Capítulo 37
Escuchando el sonido del agua en el baño, Leila se sentía un poco ansiosa. Quería abandonar la casa, dejarlo solo alli, pero temia que a su regreso, su pequeña habitación hubiera sido demolida por Rubén con solo una orden.
Entonces, a Leila no le quedó más remedio que pasar su tiempo en su pequeña cama, pensando en una estrategia.
Queria sacar su teléfono y llamar a Karl para que resolviera aquel gran problema de inmediato, pero de repente recordó que su teléfono habia sido tomado por el hombre que estaba en el baño y entregado a Karl, quien estaba sentado en el asiento del copiloto, para que pudiera ponerse en contacto con Adeline sobre el tema de la compensación.
Leila tomó una profunda respiración y miró alrededor de su casa.
Finalmente, su mirada se detuvo en el jarrón vacio en la mesa….
Despues de todo, en todos los años que Leila conocia a Rubén, nunca lo había visto borracho. Si ese hombre comenzaba a perder el control ella podria aturdirlo con el jarrón. Tal vez eso seria una buena idea.
Con ese pensamiento en mente, Leila ya había tocado el jarrón.
Tomó el jarrón con cuidado y lo examinó detenidamente
Aquel frágil y pequeño jarrón, no debería matar a alguien, ¿verdad?
Leila penso que debía estar loca para tener una idea tan absurda…
Como un globo desinflado, volteó la cabeza y devolvió el jarrón a su lugar.
Justo en ese momento, Rubén abrió la puerta del baño desde adentro.
Leila, con el jarrón en sus manos, levantó la cabeza al escuchar el ruido y luego….
Vio a un hombre desnudo que la asustó y dejó caer el jarron
Afortunadamente, habia una gruesa alfombra en el suelo, por lo que el jarrón no se rompió.
Leila se quedó atónita un rato antes de volver en si, luego preguntó: “¿Qué estás haciendo?”
Para su sorpresa, el hombre sonrió de manera extraña, levantando ligeramente la comisura de sus labios: “Terminé de bañarme, ¿qué hago
ahora?”
Aquella fue la primera vez que Leila se sintió incapaz de expresar su ira…..
Aunque llevaban casados tres años y podían considerarse viejos esposos, se conocían muy bien.
Pero cuando vio a ese hombre desnudo nuevamente, después muchos años, Leila tuvo que admitir que aquel hombre se habia vuelto aun mas
atractivo
Aunque su corazón estaba muerto, los profundos sentimientos por Rubén que se habian grabado en su memoria parecían estar a punto de salir de su capullo…
Leila se dio la vuelta, sacó del armario una toalla de baño de color rosado y la lanzó hacia el hombre, diciendo friamente “Pontela.”
La voz de Leila era fria y llena de determinación.
Después de decir eso, ella le dio la espalda a Rubén, manteniendo en silencio su ira.
Para sorpresa de todos, Rubén era inusualmente obediente.
No pasó mucho tiempo antes de que Leila escuchara la voz de Rubén detrás de ella diciendo: “Ya me la puse.”
El tono de voz de él la dejó asombrada.
Ella se giró para mirarlo.
ic Qué?!”
¿Realmente te pusiste la toalla? Esa era la primera vez que ella vela a un hombre envolviendo una toalla alrededor de la parte superior de su
cuerpo!
Aquella toalla era perfecta para su figura, incluso si ella la envolvia alrededor de su pecho, solo cubría justo por encima de sus nalgas. Sin embargo, cuando esa pequeña toalla estaba envuelta alrededor del torso robusto de Ruben, la parte inferior de la toalla cubría exactamente las lineas de los abdominales del hombre..
“¡Envuélvela alrededor de tu parte inferior! Rubén, estás buscando problemas?” Leila queria echar a ese hombre como si fuera basura, pero lamentablemente no podia cargarlo, de lo contrario definitivamente lo hubiera echado
Ella gritó furiosamente de nuevo al ver al hombre inmóvil “Te dije que la envolvieras alrededor de tu parte inferior”
El hombre camino tranquilamente hacia ella, mirándola desde arriba, y luego dijo: “Ayúdame”
Capitulo 38