Capítulo 36
*Rubén, ya basta! ¿Qué crees que estás haciendo?” Dijo Leila con tono descontento, ella volteó a ver a Karl por un segundo y luego volvió a mirar la mano que Rubén tenia fuertemente agarrada.
Aunque Rubén estaba borracho y sus pasos eran inestables, él la llevaba firmemente hacia su casa.
Ella pensó que él la ignoraria y no respondería a su pregunta, pero no fue hasta que se detuvieron en la puerta cuando él le dijo: “Necesito ducharme, abre la puerta.”
“Si quieres ducharte, ve a tu casa! ¿Qué estás haciendo aquí?” Leila, enfadada, le dio una patada a Rubén y empezó a caminar hacia donde estaba Karl.
Nunca antes habia visto a Rubén borracho, pero en ese momento que lo veia, entendia que él era un verdadero causante de problemas cuando estaba en ese estado!
Apenas Leila se dio la vuelta para irse, Rubén la agarró bruscamente y la trajo de vuelta.
Apoyada contra la puerta de hierro, el dolor la hizo jadear.
Levantó la mirada y observó al hombre que la tenía contra la puerta, Rubén sin más, le quitó su bolso.
“Rubén, qué estás haciendo? ¡Devuélveme mi bolso!” Leila intentó recuperar su bolso, pero Rubén lo levantó fácilmente por encima de su cabeza.
El era demasiado alto, y aunque Leila saltaba, no podia alcanzar su bolso, por lo que finalmente tuvo que rendirse
Fue solo cuando Rubén no pudo encontrar las llaves que le devolvió el bolso despectivamente.
Justo cuando Leila pensó que Rubén se daria por vencido, el la empujó contra la pared.
Su cuerpo se inclinó ligeramente, formando un arco perfecto.
El hombre, lleno de un aura masculina, se acercó a Leila.
Instintivamente, Leila giró su rostro y los labios frios de Rubén rozaron la suave piel de su cara, deteniéndose junto a su oido.
“Leonor, ¿donde están las llaves?” Su voz profunda resonó en el oido de Leila, haciéndola temblar.
Cuando el hablo, sus labios rozaron el lobulo de su oreja, poniéndola roja.
Leila puso sus manos entre ellos, frunció el ceño descontenta y le dijo: “Sueltame, las llaves no están en mi bolso!!”
“¿Están en ti?” La mano de Rubén se había deslizado a su cintura, y luego se deslizó bajo su camisa
Sus ásperos dedos rozaron su vientre, haciéndola temblar
Todo su cuerpo se erizó y Leila agarró la mano de Ruben, finalmente cediendo: “Sueltame, te abrire la puerta, ¿no es eso lo que quieres?”
Al escuchar las palabras de Leila, Rubén sonrió satisfecho, retiró su mano de su cintura y cuidadosamente arreglo su camisa, mostrándose perfectamente sobrio.
Leila, resignada, levantó la alfombra de su casa y sacó las llaves.
No iba a rendirse tan fácilmente y tan pronto como tuvo las llaves, intentó escapar, pero él extendió su brazo y la agarró firmemente por la cintura, girándola en el aire y obligándola a enfrentar la puerta.
Rubén, desde detrás de ella, sostuvo su mano con la llave y la insertó en la cerradura.
La puerta se abrió con un “clic”
Rubén soltó la mano de Leila, la rodeó y se dispuso a entrar.
Leila rápidamente se colocó en la entrada, extendiendo los brazos como si fuera una pared, haciendo un último esfuerzo.
El hombre la miró desde arriba, frunciendo el ceño antes de…
Deslizar sus manos bajo sus axilas, levantándola como si estuviera levantando una barra y la llevó adentro, luego estiro su piema para cerrar la puerta detrás de ellos, y caminó con confianza hacia el baño de Leila….
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