Capitulo 303
8
Renzo se fue con la anciana a la cabaña de al lado.
Evelyn queria seguirlos, pero la anciana la detuvo.
La anciana dijo: “Hay mucho humo en la cocina, no puedes entrar. Ve a descansar a tu cuarto.”
¿Cómo podria Evelyn dejar a Renzo solo alli?
Pero Renzo le guiñó un ojo a Evelyn, indicándole que escuchara a la abuela y no viniera
A regañadientes, Evelyn se quedó sola en la habitación, inquieta.
La abuela siempre había sido amable y hospitalaria con todos. Anteriormente ho se oponía a su matrimonio y a menudo la hacía traer a su novio para que lo conociera
¿Por qué no le agradaba Renzo?
Renzo habia sido muy cortes y serio, no había dicho nada malo.
Evelyn estaba ansiosa y aun así, no pudo resistir la tentación de ir a la cocina a echar un vistazo
La puerta de la cocina estaba cerrada, asi que Evelyn se asomó por la ventana.
La abuela estaba hirviendo agua. Renzo estaba alimentando el fuego
Nunca habia hecho esto antes, y no tenia idea de cómo empezar.
La abuela se acercó y le mostró paso a paso, luego dijo: “¿Cómo Evelyn se fijó en un hombre tan tonto como tú?”
¡Dios mio!
Seguramente, la abuela era la primera y la única persona que se atrevia a llamar tonto a Renzo.
Evelyn observo a Renzo *luchándose con las leñas en silencio y concentrado, y de alguna manera parecía incómodo.
Pero Renzo seguia siendo Renzo, aún emanaba una actitud de nobleza y frialdad.
Se habia quitado la chaqueta y sólo llevaba un suéter gris claro, pareciendo un estudiante.
Evelyn no esperaba ver a Renzo tan desconcertado. Lo observó nervioso, casi sin poder apartar la vista.
Evelyn se quedó en la puerta observando durante un buen rato. No fue hasta que Renzo se volvió más hábil que ella volvió a su habitación.
Media hora despues, la abuela preparó una mesa llena de deliciosos platos y llamó a Evelyn a cenar.
Evelyn, ansiosa, corrió a la cocina.
Lo primero que hizo fue preocuparse por Renzo. Tal vez por haber estado sentado durante tanto tiempo, cuando se puso de pie, Renzo se tambaleo un
poco.
Evelyn corrió de inmediato a sostenerlo.
Le preguntó con gran preocupación: “¿Estás bien?”
Renzo sonrio ligeramente: “Estoy bien.”
La abuela les echó un vistazo mientras llevaba los platos a la mesa: “¿Ya estás cansado con tan poco trabajo? ¿Cómo este hombre puede ser mas delicado que una mujer?”