Capítulo 728
Patricia miraba a Esther, quien acababa de colgar el teléfono y volvía a mostrar su tipica sonrisa de “inocente“.
“Señorita Galán, pareces bastante ocupada, ¿no? ¿Esa llamada era de un amigo hombre?”
Ella guardó su teléfono, cogió un cojín del sofá y respondió relajadamente: “Si, era un hombre.”
En los ojos inocentes de Patricia brillaba un toque de sarcasmo. ¿El señor Gómez sabe que sigues hablando con otros hombres?”
Esther bostezó “Supongo que no lo sabe
Patricia parecía un poco molesta. ¿No lo sabe? Eso podría ser un problema. Ya que dejas que otros hombres te visiten cuando Adrián no está en casa, si alguien se entera, podria generar chismes innecesarios.”
Esther giró la cabeza hacia la mujer y alzó una ceja “Señorita Ibarra, ¿me estás amenazando con contarle a alguien sobre esto?”
Patricia frunció el ceño fingiendo ser inocente. “No, claro que no. No estoy amenazándote, solo estoy tratando de ayudarte.”
Ella sonrio ligeramente “Amenaza o advertencia, no me importa. Si quieres que la gente se entere, ¡diselo! Si quieres decirselo Adrián, puedes llamarlo ahora mismo y decirle que invito a otros hombres a casa cuando él no está. ¡Haz lo que quieras!”
Al verla tan despreocupada, Patricia se molestó y apretó los dientes en silencio
De hecho, sabía que si Esther permitia tah abiertamente que los hombres la visitaran, seguramente no había nada indebido entre ellos.
Y la razón por la que habia hablado asi antes, era solo porque queria hacerla sentir incómoda.
Patricia se burló friamente “Señorita Galán, estás pensando demasiado. No soy ese tipo de persona que difunde rumores, tampoco se lo diré a Adrian!” ¿Ah, ella no era ese tipo de persona? Entonces quien lo era!
¡Quien sabia qué maquinación estaba planeando Patricia en su mente!
Esther le echó un vistazo y decidió ignorarla.
En ese momento, un criado entró con un paquete. “Señora Galán, aquí está su comida.”
Esther asintió. “Está bien, déjalo aquí.”
El criado dejó la comida en la mesa de café y se fue.
Dejó el cojín y comenzó a abrir el paquete. Mientras lo hacía, preguntó: “Señorita Ibarra, ¿quieres algo?”
Patricia sonrió falsamente, sus ojos mostraban desdén por la comida barata. No, gracias. Ya estoy llena.”
Ella la miró con una sonrisa en su rostro, su tono era casual pero no cortés. “Si no quieres, alėjate. No me gusta que me miren mientras como.”
La sonrisa de Patricia se congeló. “Está bien…”
Verónica vino desde el comedor “Patricia, ¿por qué sigues sentada con Esther? Alejate de ella. La comida barata que pide está hecha con aceite de mala calidad, es realmente desagradable Cuidado con que te contagie alguna bacteria!”
Mientras hablaba, Verónica se apresuró a alejarla de Esther.
Cuando Patricia se levantó, todavia sostenia su vaso de leche. Antes de irse, le pasó a Esther el vaso de leche que había dejado.