Capítulo 15
La voz del hombre era agradable, sexy, pero para Leila sonaba extremadamente irritante.
Si hubiera sido Leila de hace algunos años, se habria enfurecido si alguien se hubiera atrevido a dañar su orgullo de esta manera. Pero ahora, podía mirar a este hombre a través del cristal del auto y decirle tranquilamente “Por favor
En el compartimento del auto, la mirada de Rubén se oscureció. Penso que ella habia sido muy cooperativa con su petición, debería estar satisfecho. pero a juzgar por la repentina profundidad en su mirada, parecía que su comportamiento no le habia gustado.
Antes de que el hombre tuviera la oportunidad de hablar, Leila volvió a pedirlo, genuina y humildemente: “Sr. Estévez, ¿me podría abrir la puerta, por favor?”
El rostro del hombre se ensombreció, sus ojos profundos y oscuros como el océano se clavaron en Leila. “¿Así que si te pido ahora que vayas a la cama conmigo, lo harias sin dudarlo?”
Después de un segundo de sorpresa, Leila rio y dijo: “El Sr. Estévez se está sobrevalorando. Los clientes pueden elegir a las prostitutas, pero las prostitutas también tienen el derecho de rechazar clientes Tú como cliente, me das asco”
La sien de Rubén latió un par de veces. Parecía haber olvidado cuán elocuente podia ser Leila.
Rubén ordenó al conductor abrir la cerradura del auto.
Al oir el sonido del desbloqueo, Leila abrió inmediatamente la puerta y trató de salir, pero apenas dio un paso cuando una fuerte mano la jaló de nuevo al auto Perdiendo el equilibrio, cayó en el asiento trasero
Golpeandose la cabeza contra la puerta, Leila aterrizó en el asiento del auto. El familiar aroma de Rubén llenaba su nariz. Mientras caia, sintió como él la atrapaba con su cuerpo. Ahora, estaba apoyada sobre él.
Sus manos, que antes la sujetaban por la espalda, ahora sostenían descaradamente su pecho. Leila reaccionó de inmediato, se incorporó y le dio una bofetada
Penso que él se iba a mover, con sus habilidades, no había manera de que le diera en la cara. Pero el sonido del golpe resonó en el auto, agudo y ruidoso. Eltaxista se asusto, después de todo, el hombre de atras le habia pagado tres mil para el viaje. Tragó con dificultad, desabrochó su cinturón y se levantó, murmurando. “Señor, voy a salir a fumar un cigarrillo y salió del auto como si huyera
La mano derecha de Leila temblaba Incluso en sus peores momentos, nunca habia abofeteado a Rubén. Temerosa de enfrentarlo, desvió la mirada. Intentó levantarse y huir, pero el piso su vestido.
Creia que todo acabaria de manera embarazosa, pero un par de manos fuertes y apasionadas la atraparon por la cintura y la devolvieron al auto. Apoyada de nuevo en él, el olor familiar mezclado con su aroma personal hizo que la nariz de Leila picara. Los recuerdos de su juventud volvieron a su
mente.
Justo cuando estaba segura de que las lágrimas empezarían a caer, su bolso blanco que había traido esa noche fue lanzado sorpresivamente a su regazo por Ruben.