Capítulo 10
Leila admitió que solo había dicho eso para molestarlo. Después de tres años de matrimonio, ella conocia demasiado bien su furia en la cama.
Penso que se enfadaria, al fin y al cabo, ningún hombre podía soportar que cuestionen su virilidad. Pero el hombre frente a ella se levantó con calma y se
acercó lentamente…
Leila retrocedió hasta que su espalda golpeó la fria puerta. El hombre se detuvo Apoyo una mano en la puerta, mirándola desde arriba.
Atrapada en sus brazos, Leila no tenia a donde ir. Simplemente giró la cara, ignorándolo. Pero el aroma familiar del hombre, con un ligero olor a perfume, era algo que Leila conocia desde que era pequeña.
Sostuvo su delgada barbilla, obligandola a mirario. Su barbilla le dolia, mostrándole que este hombre no tenía piedad por ella.
Forzada, Leila lo miró con determinación El hombre se inclino lentamente hacia ella, acercándose tanto que sus narices casi se tocaban
Sus frios labios se movieron “Veo que todavia recuerdas cuánto puedo durar en la cama.”
Su aliento se esparció por la punta de su nariz. Leila casi podía adivinar lo que diría a continuación, así que simplemente respondió: “Lo olvidé, perdi la memoria, no puedo recordarlo, y no quiero que me ayudes a recordarlo.”
El hombre la miró desde arriba, riendo. Cuando se reia, sus ojos profundos eran encantadores, con una ligera elevación en las esquinas, era muy atractivo. Así es como Leila cayó por el en su vida pasada.
A Rubén no le sorprendió el rechazo de Leila. La soltó sin mostrar ninguna expresión, esto de alguna manera hizo que Leila se sintiera incómoda.
Miró perpleja al hombre que ahora estaba a cierta distancia de ella. Leila no sabia qué expresión tenia en su rostro en ese momento. Solo vio al hombre dar la vuelta, sacar un fajo de dinero de su billetera en la mesita de noche y se lo entregó: “Puedes irte ahora.”
¿Estaba tratando de darle limosna? ¿O se estaba burlando de ella? Leila ya no podía distinguirlo. La fria voz del hombre resonó sobre su cabeza: “No olvides que eres una estudiante destacada de la facultad de derecho, la próxima vez que nos veamos, no te veas tan patética.”
¿Debería seguir el guion y lanzar enfurecida el dinero en la cara del hombre? y, como una heroina indomable, levantar la cabeza orgullosamente y decirle: “No creas que eres increible solo porque tienes dinero, ¿crees que puedes pisotear la dignidad de los demás solo porque tienes dinero? Pero la verdad es que el dinero era increible, al menos podia salvar la vida de Samantha.
En silencio e indiferente, doblo el dinero con cuidado y lo metió en su mochila, luego vació todos los condones de su mochila con una sonrisa forzada en su rostro “Estos son los productos que compraste, gracias por la generosa propina, adiós.”
Después de decir esto, Leila se inclino profundamente ante Rubén.
¿Adiós?
El hombre sonrió astutamente, observando la espalda de la mujer, con un tono de caridad, dijo: “¡Consigue un trabajo más digno! Si realmente no puedes, puedo ayudarte a buscar. Una mujer patética no gana la simpatia ni la atención de un hombre, solo me hace pensar que lo estás pasando muy mal desde que me dejaste”
Leila sonrio friamente, al oirlo hablar, parecía que había tenido una vida maravillosa con él. ¿Acaso su vida no siempre había estado llena de dificultades y desafios?
Leila se detuvo, se volvió, le mostró una sonrisa radiante al hombre, como si llevara una máscara perfecta: “En realidad, estoy muy bien, no necesito soportar la presión de ser una esposa rica y aprender las normas morales tradicionales, tampoco tengo que estar siempre lista para golpear a aquellos
que amenazan mi matrimonio.”
Dicho esto, no le importo el hombre que se quedó inmóvil detrás de ella, sino que giró friamente. Al llegar a la puerta, se detuvo de repente, como si recordara algo, sonrió y miró al hombre detrás de ella: “Ah, sil Sr. Estévez, podria parecer un poco patética, pero no afecta tu dignidad, asi que no necesitas preocuparte.”