Capítulo 288
Felicia abrió la boca, pero se encontró incapaz de refutar sus palabras.
Lo que dijo tenia sentidol
“Felicia, soy más listo de lo que piensas.”
“Mmm”
*Pero no te forzaré. Sólo estoy diciendo lo que pienso.” Asi decía, pero su mano ya se habia deslizado secretamente bajo la ropa de Felicia.
Antes de que ella pudiera reaccionar, sus labios ya estaban sobre los de ella.
“Hey! Lamberto. ¡Estamos en la oficina! ¡Ricardo podria entrar!”
*Click ”
Al segundo siguiente, Lamberto extendió la mano y cerró la puerta de la oficina con llave.
“Asi no podrá entrar”
Pero, es de dia, estamos en la oficina…”
Antes de que Felicia pudiera terminar de hablar, Lamberto ya había tomado la iniciativa.
Ella grito, golpeandolo con fuerza su pecho.
¡El habia venido por esto! Hace un momento estaban conversando normalmente, ¿cómo cambió tan repentinamente la situación?!
Después de una intensa disputa, Felicia tenia las piernas débiles
Lamberto, por su parte, se arreglo la ropa con aire fresco y dijo. “Cansada? ¿Por qué no vas a casa a descansar? Hoy dejarë que Ricardo te cubra el dia, diré que no te sientes bien y necesitas ir a un médico.”
“No!” El sonrojado de las mejillas de Felicia aún no se habia desvanecido, “Has estado en mi oficina durante más de una hora, si te vas y luego me voy a descansar, incluso Ricardo, por muy tonto que sea, sabrá que ha pasado!”
Lamberto sonrió, “¿De qué tienes miedo? No es que no sepa de nuestra relación”
No! Las mejillas de Felicia se pusieron aún más rojas, ¡No me irë!”
“¿Y si Ricardo ve cómo estás ahora? ¿No pensará algo?”
Lamberto levantó la mano y revolvió su cabello, “¿Qué hay de vergonzoso? Eres mi esposa.”
“Todavia no, prefiero quedarme en la oficina toda la tarde en lugar de salir “Felicia dijo, mirando a Lamberto
Él no parecia importarle en absoluto, dejándole a ella limpiar este desastre.
“¿Quieres que le diga a Ricardo? No dejes que venga a tu oficina esta tarde.”
“No es necesario! Felicia miró a Lamberto con queja. “No digas nada, vuelve a tu oficina pronto!”
Lamberto se rio, “Está bien, entonces te esperaré en el garaje esta noche.”
Llegó a la puerta, luego se volvió de repente, “Quizás fui demasiado apasionado antes, y te cansaste. Si te sientes mal, tienes que decirmelo. Le pedire al medico que te revise
¡Ay, vete ya!” Si no fuera por las piernas débiles, habría saltado para sacarlo fuera.
Escuchando su risa sonora, realmente queria coserle la boca a Lamberto.
Felicia se dio unas palmaditas en la pierna, gritando de dolor. “Siempre es asi… ¡No puedo seguir el ritmo! ¡No es necesario que me persigas a la oficina solo porque no estuve satisfecha anoche!”
Antes de que pudiera terminar de hablar, de repente, se escuchó un golpe en la puerta.
Felicia se sobresalto.
“¿Quién es?”
“¿Quién más podria ser? ¡Soy yo!” Ricardo se rio un poco desde fuera de la puerta, “Sr. Rivas me envió a preguntarte qué quieres comer.”
Entró a la oficina como si nada, luego miró a Felicia y preguntó sin pensarlo, “¿Qué te pasó en la cara? Está tan roja, ¿acaso tienes fiebre?”