Capítulo 10
Renzo se estaba bañando mientras Evelyn se ocupaba de empacar su equipaje.
Pero mientras se cambiaba de ropa, descubrió que su pecho y cuello estaban llenos de marcas dejadas por Renzo.
Este hombre…
Evelyn, sin tener otra opción, se puso un suéter de cuello alto que nunca antes había usado.
Cuando Renzo salió, vio a Evelyn usando el suéter de cuello alto de color amarillo. Se veía muy adorable con su pelo recogido en una cola de caballo, mostrando su frente radiante y con un rubor en las mejillas.
Ya tenía una cara de muñeca, que la hacía parecer joven, pero ahora parecía más una estudiante de secundaria..
Renzo se acercó y preguntó a propósito: “¿Por qué te cambiaste? ¿No decías que no te gustaban los suéteres de cuello alto porque te sentías incómoda?”
¡Sabía perfectamente por qué, pero aún así preguntó! ¡Qué malvado!
Evelyn le lanzó una mirada de fastidio a Renzo.
Renzo se rio por dentro.
Cuando comenzaron a vivir juntos, Evelyn era como un pajarito, siempre cautelosa con cada paso que daba.
Pero ahora, se atrevía a mirarlo con menosprecio. Él pensó que era un buen progreso: demostraba que ella confiaba más en él.
Renzo condujo personalmente para llevar a Evelyn de vuelta a la casa de los Ibáñez.
Después de bajarse del auto, Renzo se fue.
Cuando Evelyn entró, la empleada Carmen la recibió: “Srta. Evelyn, finalmente regresó.”
Evelyn le dio un abrazo a Carmen mientras preguntó: “Hola, Carmen, ¿Dónde está mi padre?”
“El Sr. Ibáñez aún no ha regresado, pero la señora está en casa. Ella misma preparó la cena de esta noche.”
Evelyn asintió y subió las escaleras.
Justo cuando Evelyn iba a entrar a su habitación, la puerta de la habitación de enfrente se abrió: “Por fin regresaste, pensé que no volverías.”
La que hablaba era Vivian, la medio hermana de Evelyn.
Vivian, que estaba en su último año de secundaria, tenía el pelo rizado y llevaba un maquillaje perfecto, labios rojos y ropa que la hacía parecer más sexy que su edad. También tenía diferentes diseños en sus uñas.
Junto a Evelyn, que no llevaba maquillaje, parecía que Evelyn era la estudiante de secundaria.
Evelyn no se llevaba bien con esta hermana, y ya estaba acostumbrada a sus provocaciones.
Mientras abría la puerta, Evelyn respondió con indiferencia: “¿Ya terminaste tus deberes? Si no me recuerdo mal, vas a aplicar a la universidad este año”.
Justo cuando Evelyn entró a su habitación, Vivian entró de inmediato y preguntó: “¿Quién era el hombre que te trajo a casa? Ese auto no es de César, ¿rompieron?”
Evelyn respondió: “No es de tu incumbencia.”
Al mencionar a César, el rostro de Evelyn cambió.
Vivian comenzó a alegrarse de la desgracia de Evelyn: “Sabía que tenía razón. Siempre dije que César se daría cuenta de lo aburrida que eres y te dejaría. Evelyn, ¿cuándo te dejó César?”
Evelyn señaló la puerta y dijo con un tono visiblemente enfadado: “Vivian, sal de mi habitación!”
“Evelyn, ¿quién te crees que eres? ¿Cómo te atreves a echarme? Esta es mi casa, tú eres la que sobra aquí. Te lo digo, papá ya prometió que cuando reciba la carta de aceptación de una buena universidad, nos llevará a mamá y a mí a las Maldivas, solo nosotros tres. ¿Por qué volviste, Evelyn? Realmente no tienes lugar aquí.”
“Vivian, cállate.”
Justo en este momento Laura llegó y le dijo seriamente a Vivian: “¿Cómo puedes hablarle así a tu hermana? ¡Vete!*
Vivian se fue de mala gana de la habitación. Laura se sentó al lado de Evelyn, tomó su mano y dijo: “Vivian es joven e inmadura. No tomes en serio lo que dijo.”
