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Capítulo 718
El auto rodó durante un largo viaje de dos horas antes de finalmente detenerse en la zona militar. Había un fuerte despliegue policial en los alrededores, con un guardia de seguridad cada cinco pasos.
Juan bajó la ventanilla de su auto para mostrar su rostro y poder ingresar. Sebastián originalmente había planeado irse en cuanto Juan se bajara, pero fue Juan quien propuso: “Entra a mi oficina y toma asiento“.
No tuvo más opción que seguirlo.
Cruzaron el edificio hasta llegar a la oficina de Juan.
Sorprendentemente, en su escritorio había una foto familiar en la que incluso aparecia Chus. Parecían una familia muy unida.
Sebastián no recordaba nada, así que tomó el marco para mirar más de cerca.
Al ver el interés de Sebastián, Juan, emocionado, sacó un álbum de fotos.
“Estas son fotos tuyas desde que eras niño. Aqui estás en el ejército, aquí cuando te condecoraron, y aquí cuando tu abuelo te castigo y te azotó varias veces. Esa vez estabas de rodillas en el frío, a punto de desmayarte.”
Sebastián no recordaba nada, pero al ver la foto de si mismo de rodillas, algo en su mirada cambió
Los recuerdos relacionados con el ejército comenzaron a aclararse en su mente.
Juan no se atrevió a interrumpirlo, se quedó sentado en su silla de oficina, viéndolo hojear lentamente el álbum de fotos.
Al ver a Zack, Sebastián se detuvo.
No recordaba mucho de su hermano, pero el rostro de Zack era innegablemente amable.
A diferencia del aura severa de Sebastián, Zack siempre había sido amigable y sonriente. Su voz era suave y a todos les gustaba. Juan pidió que trajeran dos tazas de café, dejando una frente a él.
“Tú y Zack eran muy unidos. Incluso vino a verte varias veces cuando estabas en el ejército.”
“¿En serio?“, él no lo recordaba.
“Zack siempre se preocupaba mucho por su hermano pequeño.”
Sebastián miró las fotos muy lentamente, hasta llegar a la última, una de Zack a los dieciocho o diecinueve años, poco antes de
su muerte.
Juan sintió un peso en el pecho al ver la foto.
“Esta es de unos dias antes de que fuera a esa misión, la tomé cuando estábamos tomando unas copas.”
No era muy bueno expresando sus emociones, y aunque amaba a sus hijos, muchas veces no sabia qué decir.
Zack, siempre amable, solía tomar la iniciativa para hablar con su padre y tomar una copa.
“¿De qué hablaron ese día?” La voz de Sebastián era neutra. En la foto, ambos parecian muy felices.
“Dijo que había una chica que le gustaba, pero esa noche yo bebi demasiado y no recuerdo el nombre de la chica.”
“Si ya le gustaba alguien, ¿por qué se arriesgó con esa misión tan peligrosa?”
Juan suspiro: “En la familia Sagel, cada generación tiene a alguien en una posición de alto rango. Zack fue la elección de esta generación y se ofreció voluntario. A pesar de tener solo doce años, era excepcionalmente inteligente, especialmente en temas de investigación. Fue seleccionado para esta tarea, lo que significaba sacrificar sus emociones, incluso la oportunidad de ver a su familia y trabajar hasta la jubilación. Pero le prometieron que si completaba la misión, tendría más tiempo libre y la oportunidad de retirarse antes“.
Sebastián apretó el álbum de fotos.
Sabía lo que vendría después, no necesitaba que Juan lo dijera.
Se había enamorado. Lo que un joven no puede soportar es la separación, así que queria más vacaciones para pasar tiempo con la chica. Decidió jugársela.
Pero perdió, apostó su propia vida.
Resulta que Zack, el genio, también era un romántico.
Sebastián cerró el álbum de fotos, viendo a Juan frotarse la frente.
Juan continuó: “Si tan solo no hubiera bebido tanto esa noche, podría haberme dicho el nombre de esa chica. Tal vez podría haber encontrado pistas sobre ella“.
Había perdido el control por primera vez hablando con su hijo, se emborracho y perdió la información más importante. Sebastián volvió a poner el álbum donde estaba, con una expresión neutra dijo, “Voy a encontrar a esa mujer.”
Juan no dijo nada, metió la mano en el bolsillo y agarró el crucifijo
Pero al ver la espalda de Sebastián, abrió la boca, al final suspiro.
“¿Te gustaría quedarte a cenar?”
“No, gracias.”
Todavía tenía que manejar dos horas para llegar a casa, y si no se apuraba, llegaria tarde.
Cuando Sebastián se disponía a salir, sintió un dolor punzante en la cabeza y cayó hacia atrás, perdiendo el conocimiento.
“Sebas!” Juan exclamó preocupado y llamó a un médico. Revisaron los registros médicos anteriores de Sebastián.
“Doctor, ¿cómo está?”
“Señor Sagel, no se preocupe demasiado. Sebastián recibió demasiada información de golpe, lo que estimuló su cerebro. Se recuperará una vez que despierte“, informó el médico.
Juan se culpó a si mismo, sabia que Sebastián había lastimado su cabeza, no debería haberle permitido ver esas fotos
A las siete en punto, Gabriela partió puntualmente hacia el restaurante.
Cuando llegó allí, descubrió que no había nadie en el restaurante.
Habia flores en las mesas, velas encendidas y una vista panorámica de la ciudad iluminada.
De repente recordó los viejos trucos de Sergio Lira, que eran algo similares a esto, y no pudo evitar reirse.
Flores, fuegos artificiales y una cena a la luz de las velas.
La comisura de su boca se curvó ligeramente, sintiendo un poco de dulzura en su corazón.