Capítulo 717
Juan dio una bofetada que resonó en la habitación. No era la primera vez que golpeaba a Chus, quien se encontraba en el suelo, llorando, mientras se cubría la mejilla. Sebastián, sentado en el sofá, observó la pelea sin mostrar emoción, incluso cuando la violencia estalló frente a él. Recuerdos fragmentados de peleas similares entre sus padres pasaron por su mente, ocurriendo desde que era un niño pequeño.
Tomó un sorbo de agua de un vaso que estaba en la mesa y hasta preguntó a uno de los sirvientes que estaba cerca, “¿Cuándo estará lista la cena?”
Parecia que no le importaba lo que estaba sucediendo en ese momento.
Al darse cuenta de la indiferencia de su hijo, Chus se sintió aún más triste y comenzó a llorar más fuerte.
Había muchos sirvientes en el salón y Juan se sintió avergonzado. “Si quieres llorar, vete a hacerlo afuera. No nos molestes mientras celebramos la Navidad.”
Chus se levantó del suelo y corrió directamente a la cocina.
Juan suspiro aliviado y miró a Sebastián, sintiéndose culpable.
No fue hasta que Sebastián sufrió una lesión cerebral que se dio cuenta de cuántos momentos importantes con su hijo se habia perdido.
“Sebas“, fue todo lo que dijo Juan, y Sebastián dejó su vaso.
“Papa, hablemos después si necesitas algo.”
Juan quería disculparse, pero después de escuchar eso, decidió no decir nada.
El llanto de Chus aún se oía desde la cocina, y era molesto.
Juan lo soportó por un momento y finalmente se levantó y agarró su abrigo.
“No cenaré en casa esta noche.”
Preferiria volver y cenar con sus empleados.
Al escuchar esto, Chus salió corriendo de la cocina.
“Amor, no te vayas. No lloraré más, cenemos aqui esta noche, después de todo, es Navidad.”
Al final, Chus cedió. Lo que más le temia era que Juan la ignorara.
Pero para Juan, ella solo le causaba desprecio.
De manera inconsciente, Juan miró a Sebastián.
Hacía mucho tiempo que no cenaban juntos, pero Sebastián también se estaba levantando.
“Yo también me voy.”
Chus se sintió herida por la indiferencia de su hijo hacia la familia y ella misma. Hizo un último intento de mantenerlo en casa.
Se tomó un momento, y una sonrisa forzada apareció en su rostro.
“La cena está lista y preparada. ¿Vas a dejarme cenar sola en Navidad?”
Pero Sebastián ya estaba en la puerta, como si no hubiera oido sus palabras.
Finalmente, Chus no pudo contenerse y empezó a insultar
Sebastián y Juan se marcharon aún más rápido, con los gritos de Chus resonando detrás de ellos.
Sebastián estaba parado frente a su auto, justo cuando estaba a punto de subirse, Juan se sentó en el asiento del copiloto.
“Llévame de vuelta a casa, o podríamos encontrar un lugar para comer algo“, sugirió Juan.
“No hace falta, tengo una cita.”
Los fuegos artificiales de la noche ya estaban listos, iba a pasarla con Penny.
Pero podia llevar a Juan en el camino.
Al ver la ternura en sus ojos, Juan adivinó, “¿Tienes a alguien que te gusta?”
“SI.”
Fue la primera vez que padre e hijo hablaron abiertamente de estos temas.
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11.00
Juan volvió a meter la mano en el bolsillo, donde guardaba el crucifijo que había comprado para Sebastián. Sin embargo, no pudo sacarlo ni pronunciar las palabras que deseaba expresar.
Le debía a Sebastián, y también a Zack.
Durante estos años, siempre habia estado ocupado con su trabajo y no había tenido tiempo para pasar con sus dos hijos.
El año en que Zack murió, su abuelo se jubiló y sus responsabilidades aumentaron
La familia Sagel siempre necesitaba a alguien que asumiera la responsabilidad, de lo contrario, su gran fortuna sería codiciada por otros.
En verdad, no es solo por Leticia, aunque eso si que me saca canas verdes con Chus, pero ella al final nos dio dos churumbeles. Lo que pasa es que en todos estos años, Chus no ha podido superar lo de Leticia, y en cuanto surge algún problema, saca a relucir el asunto y explota de rabia.
Desde un principio, tampoco es que le tuviera mucho cariño, pero con el tiempo todo se convirtió en pura aversión Juan siempre ha sido una persona sensata, pero después de veinte años lidiando con una mujer enojada, ya se hartó. Por eso prefiere andar esquivandola por ahi.
Cuando Zack estaba con él, solian hablar un poco más, y la relación entre padre e hijo era armoniosa.
Pero luego Zack se fue, y su abuelo se jubiló, y tenía aún más responsabilidades.
La última vez que volvió, se dio cuenta de que su relación con Sebastián se había roto hasta tal punto que era irreparable.
Revolverse en su bolsillo varias veces con su mano, pero después de ver la mirada fria de su hijo, volvió a mirar al frente con seriedad.
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