Capítulo 993
Originalmente estaba preocupada, si no podian ir al hotel, ¿qué harian? Al registrarse en un hotel, se dejaba un registro y seguro que las encontrarian y las mandarian de vuelta al campo.
En ese momento, Max lloraba en silencio en sus brazos. No entendía lo que había pasado, solo que ese sentimiento de inseguridad le daba un miedo terrible. Ahora ni siquiera se atrevia a llorar en voz alta, solo intentaba contenerse para no hacer ningún ruido…
¿Pero como Patricia, aun cuando lo sostenia, no darse cuenta?
Desde que se enteró de que ese niño no le era útil, comenzó a verlo como una carga, sin ninguna paciencia o cariño, “¿Por qué lloras? ¡Qué molesto!”
Max no sabia que había hecho mal, la miró inquieto y trató de complacerla, “Mamá, mamá…”
Ella dijo con disgusto: “No me llames mamál ¡No soy tu madre! Te lo digo, es suficiente que no te haya abandonado y que aún me encargue de tu comida todos los dias Más te vale no molestarme o te dejaré aqui mismo!”
Dicho eso, dejó de abrazarlo, lo puso a un lado con irritación y le dejó sentarse solo.
Max se sintió injustamente tratado, pero no se atrevió a llorar más, conteniendo las lágrimas…
Llegaron al apartamento que Adriana había comprado en Jardines del Edén a nombre de otra persona.
Patricia se fue a tomar una ducha para relajarse, luego se calmó y discutió con su madre su plan.
Al salir del baño, vio que su teléfono estaba vibrando. Miró y sus ojos revelaron un toque de disgusto. Era su tonta amiga Jacinta quien llamaba Jacinta habia prometido ayudarla a lidiar con Esther, pero después de tanto tiempo, no había noticias, no era una persona de confianzal
Fue a secarse el pelo y no contestó la llamada.
Despues de secarse el pelo, vio que su teléfono todavia estaba vibrando. Jacinta volvía a llamar.
Finalmente contestó la llamada con impaciencia, “¿Qué?”
Jacinta sonaba muy ansiosa, “Patricia, ¿por qué tardaste tanto en contestar el teléfono?”
Ella respondió: “Jacinta, estaba en la ducha y no escuché el teléfono ¿Necesitas algo?”
La voz de la chica temblaba, “¿Puedes ayudarme? Solo tú puedes ayudarme…”
Patricia frunció el ceño con impaciencia. Ya tenia suficientes problemas, ¿cómo iba a tener tiempo para ayudarla?
“¿Qué pasó?“, preguntó.
Jacinta suspiro “¿Recuerdas cuando te dije que te ayudaria a lidiar con Esther? Contraté a alguien para que la siguiera y aprovechara la oportunidad para atropellarla. Si terminaba en la cárcel, le daria una indemnización a su familia. El hombre aceptó después de recibir el dinero. Entonces, ayer finalmente tuvo la oportunidad de actuar, condujo una furgoneta hacia Esther. ¿Quién iba a pensar que Adri encontraria al conductor? Y al ser golpeado por sus hombres, me delató!
¿Qué hago? Adri seguramente me pedirá cuentas. Patricia, ¿puedes ayudarme a convencerlo? Solo tú puedes ayudarme ahora…”
Después de escucharla, Patricia estaba un poco sorprendida y confundida, “El hombre golpeó a Esther ayer? ¿Por qué entonces parecía estar perfectamente bien hoy, tan viva y enérgica?”
Jacinta respondió: “En realidad, no golpeó a Esther, porque Leo estaba a su lado en ese momento, se lanzó para protegerla, así que en realidad golpeó a Leo. El resultó herido, pero Esther salió completamente ilesa…“