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Capítulo 961
Suponía que los dos ancianos probablemente se sintieran un poco culpables, queriendo invitarla a cenar.
Sin embargo, ella no quería quedarse más tiempo en esa casa, ya había dicho todo lo que tenía que decir, solo quería salir de allí.
Leonardo calmó a sus abuelos diciendo: “No se preocupen, yo la llevaré a su casa.”
Gustavo asintió, “¡Sí, ve a llevarla! Una vez más, le hemos causado problemas.”
Brenda también dijo: “Leo, habla bien con ella, somos nosotros los que le debemos una disculpa.”
Leonardo estuvo de acuerdo: “Lo sé.”
Durante todo ese tiempo, nadie miró a Adriana y Patricia, parecía que les molestaba mirarlas.
Esther salió por la puerta principal de la casa y se encontró con Leandro Ibarra, cuyas manos estaban llenas de barro.
Leandro estaba bien vestido y era muy distinguido, pero siempre tenía las manos llenas de tierra, parecía que acababa de estar ocupado en el jardín.
Daba la impresión de que no se preocupaba mucho por lo que sucedía en casa, prefería cuidar sus plantas.
Cuando vio a Esther salir, se sorprendió un poco, luego sonrió suavemente, “¿Cuándo llegó la Srta. Galán?”
Aunque sabía que era su padre biológico, tenia una muy mala impresión de ese hombre y le dijo fríamente, “Llevo aquí un rato.”
Leandro asintió, “¿Te vas ahora?”
Esther asintió, a punto de caminar.
Leandro le habló con un tono amigable: “Recuerdas las flores que viste la última vez, ahora hay muchas más, ¿quieres verlas antes de irte?”
Ella se detuvo, se decía que esas eran las flores favoritas de su madre.
Todavía recordaba cómo eran esas flores, flores de un raro color azul grisáceo, como el color de la luz de la luna.
No sabía si era porque había heredado el gusto estético de su madre, pero también pensaba que esas flores eran muy hermosas, le gustaban mucho.
Pero ésas flores las había plantado Leandro, el ser que más odiaba y eso la molestaba.
Ese hombre, que había traicionado a su madre, la había hecho desaparecer.
Ni siquiera merecía que ella le regalara una sonrisa cortés.
“No es necesario.” Dijo fríamente y caminó más allá de él, saliendo.
Leandro miró a la chica que se alejaba, sus ojos se oscurecieron gradualmente.
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