Capítulo 864
Patricia se sentó en el suelo con el corazón destrozado, llorando a mares, todo había terminado…
¡Todo lo que había trabajado tan duro para construir durante tantos años fue destruido por Esther hoy!
Incluso Leonardo la trataba asi, ¿qué más podia hacer en el futuro….
Viendo cómo su hija mimada se convirtió en un demonio a los ojos de todos, y fue abofeteada fuertemente, ¡Adriana se sentía increíblemente angustiada por lá situación de su hija!
Miró con descontento al Sr. Ibarra, que no habia intervenido, “¡Leandro, di algo! Nuestra hija fue golpeada por tu hijo, ¿no deberías decir algo como padre?” Leandro estaba sentado alli con calma, sus cejas ligeramente envejecidas pero aún era guapo y elegante, con más signos de la vida y la aceptación que en su juventud
“La hija que educaste, ¿no es igual que tú, haciendo cualquier cosa para lograr tus objetivos? Lo que sucedió hoy es simplemente el karma, ustedes se lo buscaron.”
Adnana se veia mal, muy disgustada, “¡Leandro! ¿Cómo puedes hablar así de mí y de mi hija ¿No ha sido por ti y por nuestra familia Ibarra lo que he hecho durante todos estos años? ¿Por qué no puedo conseguir ni una palabra amable de ti?”
Leandro ya no queria hablar, bajó la mirada y pensó en silencio.
Estaba recordando a la joven llamada Esther, veía en ella a Leticia en su juventud, ¿era su imaginación?
Adriana ya no podia controlar sus emociones, “¡Leandro! Estoy hablando contigo, ¡y ni siquiera me miras! ¿Por qué eres siempre tan frío conmigo? Incluso si no tienes paciencia conmigo, ¿no deberías actuar como un padre para nuestra hija?”
Patricia ya había perdido la confianza y el amor de su hermano, ahora solo podía esperar que su padre la apoyara, “¡Papá! ¿También me malinterpretaste? No escuches a Esther, ella tiene sus propias intenciones, todo fue planeado por ella…”
“¡Ya basta!”
El que interrumpió a Patricia fue Brayan, débil y molesto, medio acostado en la cama del hospital.
Antes de esto, Brayan nunca habría hablado con su madre y su hermana de esta manera.
Patricia se quedó atónita, “Brayan, tú…”
Adriana reprendió con aflicción: “Brayan, ¿por qué estás gritando tanto? ¡Asustaste a tu hermana!”
En este momento, Brayan estaba realmente harto, detestaba yer a su madre y su hermana actuando de manera tan deplorable, ¡les tenía asco!
¡El tipo de personas que más despreciaba resultaron ser las más cercanas a él!
Pero no tenía otra opción, eran su madre y su hermana de sangre.
“¡Todos fuera! ¡Necesito estar solo! Si siguen peleando sin parar, ¡incluso si no me muero por la enfermedad, me moriré por sus peleas!”
Brayan gritó a todo pulmón.