mucho.”
La insatisfacción brilló en los ojos de Patricia, “¿En serio? ¡Adri me acaba de decir que queria un refresco! Esther, parece que no conoces bien a Adri“. Esther sonrió y bebió un sorbo de jugo, “Bueno, como quieras.”
Cada vez que ella la ridiculizaba o provocaba, la reacción de Esther era tranquila, Patricia sentia como si estuviera golpeando algodón, era frustrante. Patricia se sintió molesta, tomó el refresco en su mano y subió las escaleras.
Viendo a la ingenua Patricia irse, Leonardo giró la cabeza para mirar a Esther, frunció la ceja levemente, luego se levantó y siguió a Patricia escaleras arriba.
Cuando Leonardo se fue, Pedro inmediatamente se sentó junto a Esther.
Tomó una mandarina ya pelada de la mesa y la ofreció a Esther, riendo, “Esther, come un poco de mandarina para calmar tu ardor por la sed.” Esther lo miró, molesta, “Sr. Cevedo, no lo sabías? Las mandarinas son demasiado dulces, pueden hacer que uno tiene más sed”
“¿En serio?” Pedro rio aún más, “Entonces bebe el agua, el agua siempre puede apagar el ardor, ¿no?”
Esther sonnó, “Gracias Sr. Cevedo por su preocupación, no necesito apagar ningún ardor o fuego. Deberías beber más agua para limpiar esos pensamientos impuros tuyos.”
Pedro se encogió de hombros, metió la mandarina en su boca, pero sus ojos siempre estaban en ella, insinuando un afecto romántico.
Esther se sintió un poco molesta por la mirada de Pedro, lo miró de reojo, justo a tiempo para encontrarse con su mirada sugerente, era la primera vez que veia a alguien comer una mandarina con tanto encanto.
¡Este hombre es un monstruo!
Mientras tanto, arriba.
Patricia volvió a la habitación con la gaseosa, “Adri, ¿tienes sed? Ven, toma una bebida.”
Adrián se sentó en una silla junto a la cama, atendiendo al niño al niño que tenia una fiebre baja y estaba medio dormido
Al oir las palabras de Patricia, miró de reojo la bebida que ella le ofrecia y dijo friamente:
“No necesito, no me gusta el refresco, bébelo tú.”
La mano de Patricia que sostenia la bebida se congeló, recordó el recordatorio de Esther abajo y se sintió un poco triste.
Ya que él no quería beber, no había nada que pudiera hacer, así que puso la bebida a un lado.
“Adri, quedate con Max, su condición ha mejorado”
Patricia miró a Max, que yacia tranquilo en la cama, y dijo suavemente.
Adrián le preguntó, “¿Le diste medicina antes de venir? ¿Por qué la fiebre no le
baja?”
Patricia asintió, “Ya le di medicina para la fiebre, el médico dijo que Max está demasiado preocupado, demasiado estresado. Supongo que debe estar tan ansioso por verte que le dio fiebre”
¿Un niño de sólo un año de edad, qué preocupaciones podria tener? Adrian frunció la ceja y no dijo nada, levantó la mano y miró la hora en su reloj. Ya era muy tarde, Esther debía estar muy cansada.
“Adri, baja tú para acompañar a Esther, yo me quedo aquí con Pati para cuidar a este niño“.
Leonardo entró lentamente y dijo en voz baja.