Capítulo 615
Pero apenas había dado unos pasos cuando una mano grande y fuerte la sujeto por la muñeca.
Ella se quedó paralizada, giró la cabeza hacia él, “¿Sr. Gómez? ¿Qué se trae entre manos ahora?”
Adrián no intentó detenerla, simplemente agarró su muñeca y la llevó en otra dirección, caminando a paso rápido…
Ella se sentia confundida, instintivamente intentó liberar su muñeca, pero su fuerza no era rival para la de él, no podia liberarse.
Comenzó a quejarse y cuestionarle, ¿qué diablos estaba intentando hacer?
El hombre simplemente ignoró sus quejas, arrastrándola sin vacilar, con pasos firmes
No fue hasta que llegaron al estacionamiento en el patio trasero de la casa, que Adrián abrió la puerta de un coche negro, metió a Esther dentro y le dijo seriamente: “¡Quédate aqui y espera a que vuelva!”
Después de decir eso, cerró la puerta del coche con un golpe fuerte.
Esther frunció el ceño, se frotó la muñeca que el habia apretado dejando una marca roja, miró a través de la ventana del coche cómo se alejaba se sentia realmente incomoda.
¿Qué demonios estaba haciendo Adrian? ¿Por qué la habia llevado alli, metido en el coche y simplemente se fue?
¿Por que tenia que esperar a que volviera?
Solo un tonto haría eso!
Intentó abrir la puerta del coche para salir, pero descubrió que estaba cerrada…
Presionó los botones en la puerta, pero no sirvió de nada, la puerta seguía sin abrirse.
Esther comenzó a sentirse frustrada, miró hacia el asiento del conductor, esperando encontrar el botón para desbloquear…
Pero fue entonces cuando se dio cuenta de que había otra persona en el coche.
Era el asistente de confianza de Adrián, Pablo Hernández, quien estaba sentado en el asiento del conductor, mirándola con una expresión de sorpresa y resignación.
Esther frunció el ceño y dijo: “Sr. Hernández, ¿podrias abrir la puerta del coche, por favor?”
Pablo, aunque no sabia que habia ocurrido entre el Sr. Gómez y la Srta. Galán, respondió con su habitual seriedad y lealtad:
“Srta. Galán, escuchaste lo que dijo el Sr. Gómez antes de irse, no tengo el derecho de abrir la puerta y dejarte salir. Mejor espera a que vuelva el señor, de lo contrario, no podré explicarlo.”
Esther no habló
Ella entendia la impotencia de Pablo como empleado y no quería causarle problemas.
Pero estaba realmente enojada!
¿Por qué Adrián la habia encerrado ahí?
¡Ya no tenia ninguna deuda con él, ya habían terminado toda relación, él no tenia ningún derecho a interferir con sus asuntos personales! ¡Qué hombre tan arrogante, siempre centrado en sí mismo, pensando que por tener estatus y poder podia controlar a los demás como le plazca! “Srta. Galan, aquí tienes.”
Pablo no le abrió la puerta del coche, pero con mucha cortesia le entregó un paquete de toallitas húmedas.
Esther todavia tenia restos de café en su cabello y ropa, estaba mojada
“¡Gracias!” Como no podía salir del coche, aceptó las toallitas húmedas y comenzó a limpiar las manchas de café en su ropa.
Pablo la observaba respetuosamente mientras se limpiaba el cabello, luego preguntó: “Srta. Galán, ¿puedo preguntarle a donde ha ido durante -este tiempo?”
Esther, ocupada limplando su cabello y no prestando mucha atención, respondió. “Mi colaboración con tu jefe ha terminado, a dónde vaya es asunto mio, no tengo que informarles, ¿verdad?”
Pablo guardó silencio por un momento, “Pero el Sr. Gómez ha estado buscandote.”