Capítulo 525
Primero, Patricia acomodó al niño en su asiento de bebé, luego, con calidez y consideración, le pasó el menú a Esther. “Esther, pide primero, mira qué te apetece, jelige a tu gusto!”
Esther negó con la cabeza, no aceptó el menú.
Pedro sonrió y puso el menú en medio de ellos, “No pasa nada, podemos compartir un solo menú. ¿Qué te apetece?”
Al ver esto, Patricia sonrió y preguntó con cierto tanteo: “Pedro, eres muy atento con Esther, acaso…?”
Pedro sonrió, “¡Ya te diste cuenta!”
Esther sonrió ligeramente, al principio pensó que Pedro estaba manteniendo cierta distancia, ipero ahora volvió a hacerlo!
Cuando estaban ordenando, Esther sintió que una mirada severa desde el otro lado de la mesa estaba fijada en ella todo el tiempo, haciéndola sentir muy incómoda.
Esa mirada era fria, tan fria que le daba escalofrios…
“Adri, ¿qué te apetece comer?”
Patricia, con el menú en la mano, se volvió para preguntar al hombre a su lado, sólo para descubrir que los ojos de Adrián estaban firmemente fijados en Esther…
Su mirada se oscureció por un momento, pero pronto volvió a sonreir y preguntó de nuevo, “Adri, ¿qué te apetece comer? Yo te lo pido.”
Adrián respondió friamente: “Lo que sea, tú pides.”
Patricia sonrio dulcemente, “Está bien, entonces pediré tus favoritos.”
Sus palabras, dichas de forma casual pero natural, revelaban su conocimiento de los gustos de este hombre, insinuando la intimidad entre ellos.
Esther pidió un par de platos vegetarianos y luego le pasó el menú a Pedro, sin seguir mirándolo.
Pedro pidió un par de platos ligeros, luego devolvió el menú al camarero con elegancia.
No habia mucha gente almorzando, por lo que la comida llegó rápidamente.
A pesar de que Patricia había dicho que su hijo debía comer algo ligero, terminó pidiendo un montón de platos grasosos.
Esther inmediatamente percibió el olor empalagoso y de repente sintió nauseas…
Recientemente, cada vez soportaba menos el olor a grasa, y las reacciones fisicas de las personas a menudo son las más dificiles de controlar, asi que, de repente, le dio ganas de vomitar!
Rápidamente se giró y se cubrió la boca tosiendo un par de veces.
Se golpeó el pecho, logrando contener la sensación de nauseas. Cuando volvió a mirar, descubrió que las tres personas en la mesa la estaban mirando de una forma extraña…
Esther aclaró su garganta, tomó una servilleta y se limpió la boca con calma, “Lo siento, he tenido gastritis estos dias, no soporto los olores muy
grasosos.”
Adrián entrecerró los ojos y tomó un sorbo de agua.