Capítulo 436
No quería interrumpir su sueño, así que se levantó, dispuesto a salir de la habitación y descansar en el estudio como de costumbre. Casi en la puerta de la habitación, de repente se dio cuenta de que algo no estaba bien, ¿no se escuchaba ningún sonido de respiración en la habitación?
Se sobresaltó, encendió la luz de golpe y vio que, ila habitación estaba vacia!
Rápidamente se acercó a la cama y levantó la cobija, la cama estaba vacia!
¿Dónde estaba Esther a esas horas?
Inmediatamente sacó su teléfono para llamarla, y el teléfono sono en la mesita de noche….
Ese teléfono era suyo, pero se lo había dado a ella para que lo usara. ¿Cómo es que había salido tan tarde sin llevarlo?
Adrián tuvo una corazonada y dio la vuelta para abrir el armario y vio que no había ninguna ropa de mujer…
Se quedó paralizado, bajó la cara y gruñó: “Alguien!”
José llegó corriendo al escucharlo, “¿Qué pasa, Sr. Gómez?”
El lo vio con frialdad, “¿Dónde está ella?”
El mayordomo desconcertado miró la habitación y no vio a la señora Galán, luego miró el armario lleno de ropa de hombre y sintió que algo no estaba bien.
“Sr. Gómez, la señora vino a descansar a su habitación después de cenar. No la vi bajar las escaleras. Últimamente a la señora le gusta dormir mucho, siempre se va a la cama temprano, asi que le dije a todos que no la molestaran…”
Adrian apretó la mandibula, “¿A qué esperas para buscarla? Si no la encuentras, ¡no vuelvas!”
José asintió aterrado, “Si, Sr. Gómez! No se preocupe, voy a mandar a alguien a buscarla ahora mismo.”
El amanecer llegó, pero no encontraron ninguna pista de Esther y ninguna de las cámaras de la Mansión captó imágenes de su salida.
Adrián desplomó en el sofá, con sus ojos rojos y sin decir una palabra,
Era como una estatua fria y cansada de la muerte, lleno de mala energia.
Esther se habia ido.
Habia evitado todos los ángulos de las cámaras y habia aprovechado los puntos ciegos!
¿Qué tan desesperada debía estar para que no la encontrara, para haber calculado todos esos detalles con tanta precisión?
El mayordomo y los sirvientes de la Mansión, estaban inquietos por no haber cumplido con la tarea de encontrar a la señora Galan, se quedaron alli, esperando la sentencia del Sr. Gómez.
La tensión en la habitación era insoportable y todos ellos estaban dispuestos a suplicarle a Adrián al menor gesto….
Pablo Hernández llegó apresuradamente y reportó: “Sr. Gómez, no hemos encontrado registros de la señora en el aeropuerto, la estación de autobuses, ni en los hoteles. Tampoco la encontramos en la casa de la familia Galán, ellos dicen que la señora si estuvo alli ayer por la mañana, pero se fue poco después de que me mandó a traer unos regalos y no la han vuelto a ver.”
Adrian se recostó en el sofá, su mano apoyada en su frente, su expresión cansada, perezosa y fría, como si la vida y la muerte de todo el mundo dependieran de su voluntad.
José pensó un poco y reunió el valor para hablar, “Es cierto, Sr. Gómez! La señora mandó a traer muchas cosas ayer por la mañana, deben ser los regalos que mencionó el secretario Hemandez, los guardé en el trastero!”
Adrián entornó los ojos, todavía sin decir ni una sola palabra.
“Parece que además de los cuadros que le regaló antes, la Sra. Galán, no se llevó nada más, Sr. Gómez.”
¡Vaya, sí que se fue sin dejar rastro! ¡Hasta devolvió los regalos de bodal