Capítulo 434
Cuando Adrián se giró, ya no había rastro de Esther y sus dos amigos en el pasillo del hospital. ¿Habría sido una ilusión? Juraría que acaba de oir la voz de Esther…
Patricia regresó con la medicina, “Adri, ya tengo la medicina del bebé, ya podemos irnos“.
Él asintió levemente, cargando al pequeño que se había quedado dormido en su hombro. Los tres se dirigieron juntos al elevador.
Patricia sentía la envidia en las miradas de los demás y en su corazón florecía un sentimiento de felicidad y orgullo. Vio al apuesto hombre a su lado que sostenía a su hijo. Si, así era como ella queria que fuera, Adri, su hijo y ella, viviendo juntos como una familia feliz.
En el coche.
Jimena estaba conduciendo, uso el espejo retrovisor y preguntó cuidadosamente, “Esther, ¿a dónde vamos ahora?”
Ella respondió con un tono tranquilo: “A la Mansión Gómez“.
Sergio frunció el ceño y preguntó con confusión: “Adrián te traicionó, ¿por qué vamos a esa Mansión?”
Esther vio calmadamente el paisaje a través de la ventana del auto, “Aun no es el momento, desde el principio Adrián y yo acordamos trabajar juntos durante tres meses, hoy es el último día de ese periodo de tiempo, tengo que estar en la Mansión Gómez hasta la medianoche para cumplir con el acuerdo, soy una persona de palabra“.
Sergio admiraba la precisión con la que Esther hacia las cosas, pero también se sentia impotente, “¿Estás bien?”
De hecho, tanto Jimena como Sergio podían ver que ella había desarrollado sentimientos reales por Adrián durante ese tiempo. Sobre todo por su reacción al enterarse de su embarazo, mostró una suavidad y coqueteria que rara vez habian visto en ella…
Esther esbozó una pequeña sonrisa, respondiendo con voz baja: “Estoy bien, ese hombre es solo un pequeño episodio en mi vida”
“Entonces. ¿Qué vas a hacer con el bebé que llevas en tu vientre?”
“Lo que viene, viene. Después de todo, los genes de Adrián son buenos y no cobró por ellos, lo considero como si me hubiera prestado su semilla, jasi no tendré que buscar en un banco de esperma en el futuro!”
Dicho eso, cerró los ojos con cansancio, “Bueno, voy a dormir un poco, despiertame cuando lleguemos“.
Jimena y Sergio se miraron con impotencia, ambos eligieron mantener el silencio.
Esther se recostó en el asiento con los ojos cerrados, pero no logró conciliar el sueño.
Si dijera que no estaba herida, estaria mintiendo. Adrián había sido muy bueno con ella últimamente, extremadamente dulce y tolerante, cuidando cada detalle.
Nunca antes habia sido tratada con tanto cuidado, lo que la llevó a pensar que él era diferente a cualquier otro hombre, alguien en quien podia confiar de vez en cuando. Así que abrió su corazón y lo dejó entrar, incluso consideró seriamente pasar el resto de su vida con él. Pero entonces descubrió que había sido una tonta por pensar que algo más podría pasar entre ellos.
Las mujeres siempre tienden a caer en el torbellino del amor, siendo manipuladas por las habilidades de los hombres. Ella no era una excepción.
Bueno, suponía que eso era solo otra lección que el destino le había dado.
Vive y aprende.
Esther admitió que estaba herida, pero ese dolor no era suficiente para hacerla derrumbarse, ella solo sentia un poco de dolor en su pecho. Desde pequeña había experimentado mucho dolor, esto no era nada en comparación, solo tenía que soportarlo y pasaria.
Las heridas sanarian algún día.
La Mansión Gómez.
José, el mayordomo, la recibió con respeto, “Ha vuelto, ¿ha comido?”
Esther se puso sus zapatillas y entró desde el recibidor, “No todavia. José, quisiera algo ligero para el almuerzo“.
Él asintió, “Vale. En un rato mandaré a alguien a prepararle algo ligero para comer y se lo llevará a la habitación.”