Capítulo 393
Fue José quien no pudo evitar reir.
¡Nunca habla visto a una mujer tan discreta pero tan segura de sí misma a su edad! Hoy realmente había abierto los ojos!
José aclaró su garganta, suprimiendo su nisa, “Lo siento! Voy a ver cómo va la cena…”
Adrián desvió la mirada, miró a Irene un par de veces, “¿En qué crees que puedes competir con Esther? ¿Tu carácter, tu conocimiento, tu apariencia, cuál de estos puede compararse con un solo cabello de la señora Gómez?*
Sus palabras hineron el orgullo de Irene. Sabía que la belleza de Esther podia causar envidia, pero pensaba que no se quedaba atrás, ¿de otra manera cómo podria haberse convertido en actriz?
¿Por qué Adrián la menospreciaba?
Esa Esther siempre vestida con ropa común, tan sencilla.como una campesina!
Eugenia se acercó a Irene, intervino. “Señor Gómez, ¿cómo puedes negar tu promesa? La primera vez que nos encontramos, enviaste a alguien a nuestra casa diciendo que querias casarte con nuestra hija, asi que organizamos esta fiesta! Pero no apareciste ese día, nos dejaste en ridiculo delante de nuestros familiares y amigos, no puedes eludir tu responsabilidad!”
¿La familia Galan solo tiene una hija? ¿No podria ser que todas mis intenciones desde el principio fueran para Esther?”
Eugenia se quedó atónita, sin palabras
En el corazón de Eugenia, cuando se mencionaba a la hija de la familia Galan, por supuesto se refería a su hija biológica, Ire. ¡Quién habría pensado que se refería a esa chica del campo, Esther!
Adnan acanció el hombro de Esther, arreglándole suavemente el pelo suelto detrás de su oreja.
*Deberian entender que si están aquí hoy es porque son familia de Esther! ¡Si continúan tratándola así, no los mantendré aqui más tiempol Mi esposa no necesita este tipo de parentes. José, ¡despidelos!”
José salió de la cocina, llamando a unos pocos sirvientes para despedir a los invitados
Eugerua se puso nerviosa, rápidamente cambió su actitud, “Señor Gomez, creo que nos ha malentendido, podemos hablar esto claramente
Los empleados de la familia Gomez ya habían soportado todo el dia, ahora que el Señor Gomez había hablado, finalmente podian hacerlos salir, no habia manera de darles otra oportunidad para hablar!
Al ser arrastrada hacia la puerta, Irene recuperó la compostura, todavía insistiendo. Señor Gómez, Esther te engaño, ¡yo soy tu novial Yo soy!”
Juan aprovechó la oportunidad para liberarse, volvió corriendo sin fingir, con una sonrisa en su rostro: “Señor Gómez, no importa cuál de mis hijas se convierta en tu esposa, seguire siendo tu suegro, nuestra relación no cambiará.“