Capítulo 281
¡Ay, cómo iba a dormir si se había pasado la noche entera charlando con Patricial
Adrian fruncid el ceño al ver la expresión de disgusto en la cara de la chica. “¿Me estás juzgando?“, preguntó. “¿Qué hombre no tiene barba?”
Esther despertó de su ensimismamiento y se levantó del hombre, alejándose un poco antes de negar con la cabeza. “No, creo que te ves guapo con barba“, dijo
¿Que le importaba a ella si él tenia barba o no? ¿Quién se creia para juzgarla
“¿Crees que soy guapo?” Adrian pareció sorprendido y encantado al mismo tiempo. Rara vez escuchaba palabras de alabanza de esta chica.
Esther fue franca Eres guapo, eso es un hecho. No tiene nada que ver con lo que yo perse”
“¿Entonces por que eres tan fria conmigo?”
“¿Tengo que ser amable con todos los hombres guapos del mundo? ¿Eso estaria bien?
La cara de Adrian se oscureció y tiró de ella para que se sentara en el sofa, poniendo un plato de pastel delante de ella “Deja de soñar y come tu pastel“, le dijo friamente.
Esther se sentó a regañadientes y gruñó
¡Comeria, pues!
Aunque su mano estaba hinchada, aun podia manejar el tenedor
Esther dejo de lado lo que decia y empezó a comer su pastel obedientemente, echando de vez en cuando un vistazo a la pantalla del ordenador del hombre
El hombre dejó de molestar y se concentro en los documentos en su ordenador, tecleando de vez en cuando y haciendo algunas anotaciones
Esther se sentia aburrida y miserable. Cogió su tenedor y preguntó: “¿Cuándo podré salir del hospital?”
“Al menos tres dias.”
Tres dias! Eso era demasiado tiempo…
No queria quedarse en el hospital más tiempo del necesario.
Asi que intentó negociar con el “Siempre que evite el alérgeno, estaré bien. ¿Puedo irme a casa a descansar?”
El hombre giró la cabeza y miró a Esther, que estaba a punto de comerse el pastel. Su expresión cambio ligeramente y abrió la boca….
Al ver esto, Esther se quedó perpleja. ¿Acaso él… queria comer pastel?
Ademas, parecia que había una amenaza en su mirada
¿Tenia que darle de comer de su pastel si queria negociar?
Esther entendió lo que queria el hombre y se sintió un poco molesta.
Pero realmente no queria quedarse en el hospital durante tres dias, asi que decidió poner su pastel a un lado para poner otro tenedor, y cederle un bocado…
Sin embargo, antes de que pudiera poner el pastel a un lado, el hombre agarró su muñeca y la obligó a alimentarlo.
El hombre no pareció importarle y se comio el pastel del tenedor que ella había usado.
Esther se sobresaltó y tiro el tenedor, cogiendo uno nuevo para ella.
Adrian frunció el ceño “¿Así que no te gusto para nada”
Esther aclaró su garganta y se burló No es un problema de higiene? Compartir utensilios es como intercambiar bacterias. No me importa si a ti no te importa, pero a mi
Adrian grufio. “Ya es demasiado tarde. Ya hemos intercambiado bacterias.”
Intercambio de bacterias!
Aunque el hombre no lo dijo explicitamente, estaba claramente refiriéndose a esa noche.
Esa noche, él había sido envenenado, ella habla perdido la razón, habian hecho el amor, sus cuerpos se habian fusionado y sus almas se sentian atraidos…
Era algo que ella queria olvidart
¿Cómo se atrevia a mencionar eso?!
Esther no pudo soportarlo y gritó “Señor Perfecto!”
Al ver que la chica se sonrojaba, Adrián sintió que su venganza estaba completa y se no suavemente.
Dejo de burlarse de ella y le acarició la cabeza “Bueno, come menos dulces Pronto traerin la comida caliente.”
Esther se quedo perpleja ¿No estaba señor Perfecto actuando un poco loco? El por un momento estaba enfadado, al siguiente estaba contento
Ella apartó la mirada y gruñó a regañadientes
¡Este hombre siempre la molestaba sin razón! ¡Qué poca gracia!
Justa entonces, su teléfono empezó a vibrar
Esther dejó el tenedor y fue a buscar su teléfono en el cajón.
Últimamente, ella solo usaba el móvil del Señor Perfecto, del cual estaba lleno de contactos del Señor Perfecto, con solo Pablo y Gerald Bernabéu llamando de vez en
cuando
Y ahora, esta llamada era de un número desconocido
Esther cogió el teléfono, cun las manos vendadas y algo incómodas, deslizó la pantalla con su barbilla para contestar la llamada.
Desde el auricular, se escucho el terror en la voz de Patricia, “¡Ay! Socorro! ¡No, no te acerques! Adri, tengo miedo, ven a salvarme, rápido…”
Esther funció el ceño, sin dudarlo, se apresuró a pasarle el teléfono al hombre, “Señor Perfecto, alguien te busca, parece que tu Srta. Ibarra está en problemas!