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Capítulo 46
Leila tenia un don para la ironía, pero cuando Rubén la escuchaba, solo sonreía suavemente.
En un instante de distracción de Leila, Rubén se apoderó de su celular y colgó su llamada.
Él era un hombre de carácter firme. Leila intentó recuperar su móvil, pero sabia que no podia competir con él.
Por eso tuvo que bajar la cabeza y seguir comiendo en silencio.
A lo largo de su matrimonio, Leila había aprendido a ser paciente y a adaptarse.
Con un ligero toque, Rubén abrió el teléfono de Leila que no tenía contraseña y margė su número desde su propio móvil.
El sonido de ocupado en su teléfono significaba que Leila lo habia bloqueado.
No le sorprendió en absoluto.
Ruben elimino su número de la lista negra de Leila, puso exmarido como nota en su número y le devolvió el teléfono
Al ver el apodo de exmarido, ella se puso verde por la ira: “¿Qué estás insinuando, Rubén?”
“Ahora no podrás engañar a nadie más.” Contestó Ruben con aire despreocupado.
¿Engañar a la gente? ¡Eso era darle demasiado crédito!
¿Estaba insinuando que habia chocado su auto a propósito, intentando acercarse a él?
Leila tiró el teléfono sobre la mesa y miro a Rubén diciendo: “No tengo dinero, tendras que esperar a que tenga un accidente y me indemnicen.”
“¿Estás diciendo que preferirias morir antes que rendirte?” Preguntó Rubén con una ligera sonrisa, antes de tomar un sorbo de agua
Leila queria decirle que esa era el agua que ella habia bebido, pero se contuvo.
Si queria beber, que lo hiciera. ¿Por qué tenía que importarle a ella?
“Dame un poco de tiempo, te pagare la reparación del auto.” Dijo Leila.
“¿Cuánto tiempo es un poco? ¿Toda la vida? Pregunto Rubén con sarcasmo.
Leila rio con frialdad y dijo: “No sabia que el Sr. Estévez era tan ingenuo como para creer en eso de toda la vida”
Despues de un momento de silencio, Leila miró a Rubén: “Te devolvere el dinero, aunque tenga que vender mi sangre y mi cuerpo para hacerlo Dame tu número de cuenta y te transferiré el dinero cuando lo tenga. No tengo nada ahora, por lo que no sirve de nada que me presiones.”
Leila era normalmente una persona tranquila, pero cuando era empujada al limite, podia ser extrema. Rubén lo sabia, por lo tanto no la presiond, en lugar de eso, sacó una tarjeta bancaria de su billetera y se la entregó: “Cuando tengas dinero, déjalo en esta tarjeta“.
Era su tarjeta de debito secundaria, no tenía limites y llevaba su nombre grabado en ella.
Rubén dejó la tarjeta y se preparó para salir
“Espera!” Leila se levantó de repente y detuvo a Ruben: “¿Cuál es la contraseña de la tarjeta?”
“La fecha de nuestro divorcio Respondio Rubén, dejándola con la vista de la espalda de su cuerpo alto y apuesto
Leila se quedo en blanco durante un rato después de oir eso.
Su teléfono había estado sonando muchas veces, vibrando sobre la mesa
La llamada de Valerie fue colgada repentinamente, lo que la preocupo, por eso volvió a marcar con determinación.
Leila metió la tarjeta bancaria en su bolsillo y respondió la llamada.
“Leila, ¿estás bien?” La voz preocupada de Valerie hizo que Leila se sintiera reconfortada.
“Estoy bien, solo estaba bromeando.”
“Ah, me alegra que estés bien“. Al oir que Leila decia que estaba bromeando Valerie no la reprendió, sino que le dijo. “Mañana es el aniversario de la escuela, ¿quieres venir conmigo a ver cómo ha cambiado? Escuché que muchos exalumnos exitosos van a asistir y algunos van a dar discursos. Los ex alumnos de nuestra escuela siempre están en las noticias, yo tambien planeo ir. Sabes que acabo de recuperarme de una enfermedad y necesito a alguien para que me ayude a llevar la cámara, ¿tienes tiempo libre ahora? ¿Puedo pagarte con el dinero de la revista mañana?”
“De acuerdo, pero paga un poco más Respondió Leila con una sonrisa.