Capítulo 169
Quizás fue el regreso a un ambiente familiar lo que despertó algunos escenarios en su subconsciente.
Soñó que Samantha, de unos diez años, vestida con un tutú blanco, bailaba con gracia en la sala. Tracey la observaba con una sonrisa de satisfacción, orientando los movimientos de Samantha.
Leila, sentada a un lado, practicaba escritura con una pluma que la manchaba de tinta. Tracey frunció el ceño y la regañó un poco, mientras Samantha seguia girando con elegancia.
Teodoro llegó del trabajo y le dijo a Tracey, riendo: “Querida, ¿ya te cansaste de regañar? Toma un trago de agua, yo me encargo“.
Luego se volvió hacia Samantha y le pidió “Samantha, ve a servirle agua a tu mamá“.
Samantha, aliviada de poder detener su práctica de baile, le guiñó un ojo a Leila y corrió a la cocina a buscar agua.
Tracey, todavía molesta, se sentó en el sofá a beber agua, mientras Teodoro, con las manos en las caderas, miraba a Leila con seriedad: “¿Por que siempre tienes que causarles dolores de cabeza a tu madre, pequeña traviesa?”
Teodoro le guiñó un ojo a Leila y le ordenó: “Como castigo, tendrás que arrancar las malas hierbas del jardin”
Dios sabe que Leila preferiría arrancar mala hierba que practicar escritura, asi que tomó felizmente un cómic, lo metió en el bolsillo y corrió hacia el jardin.
Pero cuando abrió la puerta trasera, el escenario cambió dramáticamente.
En lugar del jardin de flores, habia una carretera asfaltada y retorcida.
Leila se volteó de inmediato, la sala de estar, llena de sol, se oscureció de repente. La sonrisa suave y tranquila de Samantha se desvaneció.
Empezó a llover a cantaros, las gotas golpeaban su rostro, su cuerpo….
Un trueno retumbo en el cielo, haciendo que Leila se sobresaltara.
Entonces, un ruido estruendoso provenia de detrás de ella.
Leila se giro bruscamente para ver dos autos chocando en la curva de la carretera. El ruido de los frenos perforaba los oidos de Leila, y ella pudo ver claramente las caras ensangrentadas de Samantha y Tracey…
“¡Ah!” Un grito resonó en la villa.
Leila se sentó en la cama, sudando frío.
Rubén, que no dormia muy profundamente en la habitación contigua, se levantó de la cama al oir el grito de Leila y abrió la puerta de su habitación
En la débil luz de la luna, vio a Leila encogida en una esquina de la cama, abrazándose las piernas y temblando ligeramente.
“Leila“, la llamó suavemente, acercándose lentamente
A pesar de su gentileza, Leila se sobresaltó y se movió rápidamente hacia un lado, murmurando: “No te acerques…”
Su voz temblaba con una fuerte resistencia, estaba claramente aterrada de que Rubén se acercara.
Pero Rubén tomó su mano y la atrajo hacia si: “Leonor, soy yo, soy Rubén
Su voz familiar finalmente llegó a los oidos de Leila.
En la luz de la luna, ella levantó su rostro pálido, las gotas de sudor en su frente brillaban bajo la luna, y Rubén las vela claramente.
Le secó el sudor de la frente y la consoló suavemente: “No tengas miedo, estoy aquí“.
El cuerpo tembloroso de Leila comenzó a calmarse.
“¿Tuviste una pesadilla?” Le cubrió con la manta, abrazándola suavemente y acomodándola en la cama.
Leila finalmente encontró su voz y asintió suavemente.
“Vamos a dormir…” Rubén se acostó con Leila en sus brazos, acomodándola sobre su pecho. Su brazo descansaba en la espalda de Leila, acariciandola suavemente
En ese momento, Leila, acurrucada en los brazos de Rubén, parecia una niña que él cuidaba en la palma de su mano. El ritmo constante y estable de su corazón resonaba en su pecho, y Leila, con su oido pegado a él, podia oirio claramente.
Cuando era pequeña, Leila siempre tenia todo tipo de fantasias, esperaba que su principe llegara a caballo, entregándole un amor apasionado. Pero ahora ella entendia, la persona que estaba a su lado cuando la necesitaba, que le daba consuelo de una manera sencilla, era la que
realmente la hacia sentir emocionada.
Su mente estaba en completo desorden, pero por alguna razón, escuchando su respiración uniforme y estable, oliendo el familiar aroma grabado en su memoria, sin darse cuenta, ella dormia profunda y placenteramente
Su pesadilla de medianoche ya no la perturbaba, por lo que no se dio cuenta hasta que despertó la mañana siguiente que habia perdido la hora de trabajar, y llegó tarde por media hora
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Y no solo ella llegó tarde, también Rubén que dormía a su lado!
Su cabeza estaba apoyada en su brazo, y ella estaba acurrucada tranquilamente en sus brazos. Rubén tenía los ojos cerrados, parecia que estaba dormido. Leila miró el tiempo en su teléfono, y todo su cuerpo tuvo el impulso de rendirse a ir a trabajar, pero finalmente la razón la obligó a quitarse la mano que Rubén había puesto en su cintura.
Pero no esperaba que antes de que pudiera levantarse, esa mano a su lado volvió a acomodarse.
“Sr. Estévez, llegaremos tarde!” Leila dijo impotente.
Pero el hombre a su lado actuaba como si no hubiera oido, seguía poniendo su mano en su cintura, durmiendo con los ojos cerrados.
Leila no creia que este hombre, que podria despertarse con el sonido de los pasos, no pudiera oir tal ruido.
Ella agarró la oreja de Rubén, levantó la voz y le gritó al oido: “Sr. Estévez, llegaremos tarde!”
Antes de que Leila pudiera retirar su mano, el hombre a su lado de repente se dio vuelta y la empujó debajo de él.
En su pánico, ella abrió los ojos y miró al hombre encima de ella, antes de que pudiera decir algo, él de repente se inclinó y besó sus labios.
Su lengua exploró suavemente sus dientes, su aliento se mezcló con el de Leila, su pulgar áspero acariciaba la piel de su cintura. La noche anterior, Leila solo tenia una camiseta delgada, que ahora ya se había deslizado por encima de su cintura en el tirón anterior.
La gran mano de Rubén abrazaba su cintura, sin obstáculos, era como si hubiera encendido un fuego en su piel.
Con la respiración cada vez más desordenada, se escapó un gemido de los labios de Leila…
Hasta que su apasionado beso se movió gradualmente hacia abajo…
“Ruben! Leila gritó de repente.
Poco dispuesto, Rubén detuvo lo que estaba haciendo, su mirada borrosa cayó en su cuello suave, su reacción fisiológica de la mañana estaba presionando su pierna. Leila tenia dificultades para respirar, un toque de rojo que parecia ser timidez se expandió de inmediato en su cara…
“Amor platónico?” Rubén no parecia dispuesto a renunciar al tema de la noche anterior, debido a que acababa de despertarse, la voz sexy de Ruben todavia tenia un toque de ronquera
Leila se quedó callada durante unos dos a tres segundos, antes de finalmente abrir la boca avergonzada: “No tiene nada que ver con el amor platónico…”
La dulce voz de Leila, hizo que Rubén se sintiera como si una pluma le hubiera rozado el corazón.
Continuó presionando a la mujer en sus brazos, su voz profunda se elevó ligeramente: “Entonces con qué cosa?”
“Saba.” Leila respondió en voz baja.
Las cejas de Rubén se fruncieron, miró a Leila con confusión: “¿Qué es Saba?”
“Kotex..” Leila bajó la cabeza y dijo.
Ruben frunció el ceño, extendió la mano para agarrar la delicada barbilla de Leila, levantó su delicado rostro y preguntó con enojo: “¿Qué demonios estas diciendo?”
Rubén pensó por un momento, le preguntó a Leila: “¿Es ese otro nombre de Valerie? ¿Qué tiene que ver tu rechazo hacia mi con Valerie?”
Valerie, que estaba lejos en la cama de Lionel, estornudó fuertemente.
Leila no pudo resistir más y le gritó a la cara de Rubén: “Kotex es una toalla sanitaria!”
Ruben quedó sin palabras.
Diez minutos después
Leila, que acababa de cambiar su toalla sanitaria, salió del baño, Rubén ya se había cambiado de ropa, su apariencia guapa se veia especialmente atractiva, pero el ambiente sombrio a su alrededor, no podia ser roto de ninguna manera.
Leila tenia el presentimiento de que no debía acercarse a Rubén en este momento, sentía que este hombre podria desgarrarla en cualquier
momento
El ciclo de Leila es irregular, Rubén lo sabia mejor que nadie. Cuando no estaban divorciados, Rubén incluso pensó en calcular una fórmula para el ciclo irregular..
Agarró una corbata y se la puso alrededor del cuello, acercándose a Lella
Leila retrocedió dos pasos decidida, hasta que finalmente se encontró acorralada contra la pared.
“Ayúdame a atar la corbata” dijo él
“¿Acaso no tienes manos?” respondió ella.
“Pasé la noche contigo, considera esto un regalo de agradecimiento. Dijo pon calma, luego bajó la cabeza abruptamente, apoyando una mano en la pared junto a su oreja, con una sonrisa malévola en su rostro O tal vez quieres pasar una noche conmigo?”
“Tú fuiste el que te meliste en mi cama, yo no te he dicho nada todavial” De cualquier manera, a Leila no le importaba ser una descarade.
Rubén pasó de apoyar una mano en la pared a apoyar ambas: “Mi brazo està adormecida de que lo usaras como almohada toda la noche, ni
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siquiera puedo atar mi corbata…”
Realmente sabía cómo encontrar excusas…
Considerando que realmente habia dormido en sus brazos toda la noche, Leila no era tan insensible. Aunque sabia que él estaba bromeando en este momento, aún así extendió la mano y agarró su corbata.
Mientras ataba la corbata con habilidad, le preguntó: “Grité mucho anoche?”
Rubén no respondió a la pregunta de Leila, en cambio, le dijo: “Desde ahora dormire contigo. Solo dormiré en la cama, no te tocaré.”
Leila recordó de repente lo que pasó la noche anterior: “Debes sentirte muy avergonzado de dormir con un plebeyo como yo!”
“No soy tan arrogante, no me siento humillado.”
Leila se quedó sin palabras. Sabia cómo hablar, se alababa a sí mismo y al mismo tiempo admitia que ella era una persona normal, ninguno de la familia Estévez era fácil de engañar.
Bajo la cabeza, mirando con cariño a la mujer en sus brazos: “Si duermes conmigo, no tendrás pesadillas, ¿no seria genial?”
Leila lo miró de reojo y tiró fuertemente de la corbata: “Te crees un ángel guardián de la cama o qué?”
Angel guardián de la cama?” Rubén agarró las manos de Leila que estaban tirando de la corbata, sus ojos profundos brillando con una luz
maliciosa…