Capítulo 245
¿Qué pasó con Felicia durante aquel tiempo?
“Sr. López, estoy preocupado por tu salud. Siempre te quedas mirando la foto de la Srta. Soler, y cada vez que recuerdas el pasado, te duele mucho la cabeza. Si sigues asi, tu salud empeorará.”
Erasmo dijo, “De todas formas, necesito saber la verdad sobre Felicia”
¿Por qué, si no la amaba, sus recuerdos de ella eran tan vividos incluso después de haber perdido la memoria? ¡Sentía que debía haber tenido algún tipo de relación con ella!
“¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Haré todo lo que pueda.” dijo la secretaria
“Si lo hay” Erasmo sacó una foto y se la entregó, “Esta es Silvia, está relacionada por sangre con la familia Muñoz, una familia con una larga tradición en medicina. Investiga sobre ella y dime lo que encuentres. Recuerda, necesito detalles.”
La secretaria asintió y tomó la foto, “Está bien.”
Erasmo hizo un gesto con la mano, “Estoy un poco cansado. Ah, si mi madre te busca en estos días, dile que estoy muy ocupado con el trabajo y que ya no estoy interesado en Felicia. Y también, no le digas nada sobre mi salud.”
“Entendido.”
Viendo a la secretaria salir, Erasmo tomó débilmente la botella de medicina sobre la mesa.
No podía permitirse seguir enfermo. Si decidía ir tras Felicia, necesitaba recuperarse un poco.
Al atardecer, Sergio y Eze terminaron la escuela.
Sergio salió del colegio con su mochila al hombro, Eze le seguía comiendo un caramelo.
“Ezel”
De repente, una voz familiar sono
Eze se giró, y su rostro se iluminó de inmediato.
“Sr. Muñoz!”
Al oir la voz. Sergio también miró.
Vio a Eze correr hacia un desconocido, y rápidamente extendió la mano para detenerla. “Ezel ¿Quién es él?”
“¡Es el Sr. Muñoz Eze sonnó, y también llevó a Sergio, “¡Es la persona de la que siempre te hablo!”
Duero Muñoz, al ver a Sergio y Eze, no pudo evitar sentirse emocionado por su parecido.
“Realmente no puedo distinguirlos!”
“¡Sil Sergio y yo nos parecemos mucho.” Eze parecía muy apegada a Duero, abrazó su piema y dijo, “Sr. Muñoz, te extrañé! ¿Por qué
tardaste tanto en venir?”
Duero sonno y le acarició el cabello, “El Sr. Muñoz acaba de tener tiempo para venir.”
“Pensé que ya no me querías, que ahora prefieres a otros niños.”
Duero se sintió un poco indefenso, “¿Cómo podria? Eres mi favorito.”
Sergio frunció el ceño mientras observaba.
“Hola, Sr. Muñoz!” Se acercó, levantó a Eze de la piema de Duero, “Gracias por cuidar de mi madre y mi hermano menor antes.”
Duero frunció el ceño ligeramente, se agacho y dijo, “¡Ya estás tan grande! Aún recuerdo cómo eras cuando eras pequeño.”
Cuando la familia Rivas envió a alguien a llevarse al pequeño señor a su auto en aquel entonces, hicieron que Duero le diera un chequeo muy detallado.