Capítulo 131
En el avión, Felicia no pudo resistir el sueño, así que se quedó dormida abrazada fuertemente a Eze.
Lamberto revisó algunos documentos, preparándose para lo que tendría que hacer en la empresa una vez que el avión aterrizara. Luego se levantó para ir a verla, y al llegar, los encontró durmiendo tan pacíficamente.
Sonrió ligeramente, se inclinó y los tapo con la manta.
De repente, Lamberto escuchó a Felicia moverse y murmurar algo en sueños.
Se quedó perplejo, luego acercó su oido para escuchar
¿Estaba ella llamando al nombre de Duero?
Lamberto sintió una corriente fria en su sangre, quería despertarla de inmediato y preguntarle qué relación tenía con Duero y por qué gritaba su nombre en sueños.
Pero cuando su mano ya estaba a medio camino de despertarla, Lamberto se detuvo
Viendo lo tranquila que dormia Felicia y cómo Eze se acurrucaba felizmente a su lado, no queria despertarla.
Lamberto dudó unos segundos y se dispuso a irse
De repente, escuchó la voz de Felicia desde detrás, “Eh
Sr. Rivas, ¿qué haces aquí? ¿Dónde estoy?”
“¿Todavia estás somnolienta?” Lamberto frunció el ceño, “Estamos en el avión, volviendo a casa“.
Felicia se frotó los ojos, y su memoria comenzó a aclararse.
“Ah, ¿cuánto falta para llegar a casa?”
“Faltan tres o cuatro horas“. Lamberto la miró y luego le indicó que viniera con él para no molestar el descanso de Eze
Felicia asintió y siguió a Lamberto hasta su palco.
Justo cuando cerraron la puerta, Lamberto levantó a Felicia y la puso en la cama.
Ella estaba un poco aturdida, y cuando se repuso, Lamberto ya estaba encima de ella!
“¿Qué, qué estas haciendo? ¡Sr. Rivas, estamos en un avión!”
“Este avión también es mio, ¿quien más podria espiarnos?”
Felicia apresuradamente se cubrió el pecho, “¡Es de dia, déjame levantar! ¡Sr. Rivas, no hagas eso!”
“¿Qué pasa?” Lamberto tenia una mirada desafiante, pero no dejaba de provocar a Felicia…
Felicia, por supuesto, no podia soportar sus provocaciones, sus mejillas estaban rojas, ¡parecia un durazno maduro!
Lamberto ya no pudo controlarse, desabrochó su camisa…
Después de un rato, Felicia yacia en su cama, jadeando.
Lamberto se abrocho la camisa con elegancia y tranquilidad, tan elegante que era dificil creer lo que acababa de pasar
Todavia no me has explicado por qué gritaste el nombre de Duero”
Felicia abrió más los ojos, parpadeando, “Yo, yo tampoco lo sé! ¡Estaba dormida!”