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Capítulo 751
“No te enfadas por cómo te trata la gente de la familia Sagel?”
Roque Sánchez no estaba muy claro sobre su relación con la familia Sagel. Pero desde que Chus Ramos la regañó en voz alta la última vez, él también se enteró de algunas cosas. Le parecía todo muy absurdo.
Por un lado, Sebastián Sagel no dejaba a Penny en paz, y por otro lado, la dejaba ser maltratada asi.
¿Realmente le gustaba ella?
Si hubiera prestado un poco de atención a su exesposa, ya habría descubierto su identidad.
Pero él era el gran Sebastián, y su exesposa, Gabriela de La Rosa, era como una pequeña hormiga ante él. ¿Cómo alguien tan noble podría prestar atención a una pequeña hormiga?
Todo era demasiado absurdo.
Gabriela no dijo nada, solo bebió tranquilamente la sopa de verduras en su tazón.
Roque no pudo evitarlo y se sentó en el borde de la cama, tomó el tazón de su mano y lo puso en la mesita de noche, luego la atrajo hacia él y le dio unas palmaditas.
“Si quieres llorar, llora.”
Desde que la trajo de vuelta, ella o estaba durmiendo o mirando al techo, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo.
Obviamente, aquel incidente la había golpeado muy fuerte, y aún no se había recuperado completamente.
Roque escuchó su sollozo. No fue hasta ese momento que Gabriela se atrevió a llorar.
Pero sus sollozos parecían estar reprimidos.
Ya habia investigado el origen de Gabriela. Sus padres ya habían fallecido. Casi no consigue su titulo universitario. Después de graduarse, Gabriela pasó tres años de sufrimiento, y después de su divorcio, fue despreciada.
Exhaló un suspiro, le palmeó la espalda y no dijo nada.
Gabriela no había hablado por si misma en los últimos dos días, solo respondía mecánicamente cuando Roque le preguntaba.
En ese momento, después de haber llorado, parecia que había encontrado su yo perdido y rápidamente se soltó de él.
Solo entonces Roque le preguntó: “¿Quieres comer algo más?”
En los últimos dias, incluso su estómago estaba molestándola, casi se desmaya de dolor antes de ser descubierta.
Pero aparte de la sopa de verduras, no quería comer nada más.
“Sr. Sánchez, gracias.”
Roque le dio unas palmaditas en la cabeza: “Penny, no tengo segundas intenciones.”
Temía que ella malinterpretara que él la había salvado porque tenía sentimientos especiales por ella. Pero podía jurar que, aunque era un mujeriego, no tenía tales pensamientos acerca de ella.
Se sentiria avergonzado si tuviera esos pensamientos.
Gabriela sabia que no estaba mintiendo, los ojos de una persona no podían mentir.
Roque llamó a un sirviente para que trajera algo de comer y le entregó un pañuelo de papel: “Después de que hayas dejado salir tus emociones, debes cuidar bien de ti misma. Has adelgazado.”
Gabriela tomó la bandeja, pero incluso ese simple movimiento le resultó dificil.
Después de experimentar un gran pánico, las reacciones se volvian lentas.
“Penny, creo que no te dejarás vencer por estas dificultades.”
Al escucharlo, los ojos de Gabriela se volvieron mucho más firmes.
Roque finalmente se sintió aliviado, pero aun así le recordó.
“Si la gente de la familia Sagel te odia tanto, es posible que tengas muchas dificultades si realmente estás con Sebastián en el futuro.”
Gabriela se rio con sarcasmo. Ella entendía eso mejor que nadie, por ello siempre controlaba sus sentimientos por Sebastián.
Incluso en una familia normal donde los padres estaban vivos, si supieran que la familia de su yerno odiaba tanto a su hija, no querrían que su hija fuera infeliz. Además, el conflicto entre Gabriela y la familia Sagel era irreconciliable.
Las familias normales podían ver ese problema claramente. Entonces, ¿cómo podría ella, una huérfana que no sabía dónde estaban sus padres, elegir luchar sola?
¿Qué derecho tenía para amar a Sebastián y caer en ese abismo?
Por eso, cuando Sebastián le había preguntado en el salón, ella lo rechazó sin dudarlo.
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Ella no tenía a nadie en ese momento. Aparte de su corazón que aún latia, no tenía nada más.
Si le daba todo su corazón a él y luego él la traicionaba, su destino sería un Infierno.
Tenía que mantener la cabeza fría, tenía que controlarse.
Además, Sebastián solo amaba su cuerpo, no a ella, a Gabriela.
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