Capítulo 75
Sebastián no le respondió, sintió de repente cierta imitación en su interior
Ayer, su perro lo metió en un lio, provocando que un extraño lo malinterpretar y lo insultara.
Hoy en plena noche, lo siguió hasta Ciudad Santa Cruz para salpicario con pintura, como si fuera a propósito.
Al ver la severidad en su rostro, Gabriela se dio cuenta de que todo esto no era una ilusión.
Sabia que habla metido la pata y lo único que pudo hacer fue bajar la cabeza y decir rápidamente, “¿Sr. Sagel, tienes ropa de repuesto? Quitate esa ropa sucia y la lavare por 群”
Sebastian echo un vistazo a la paleta de pintura que sostenia en sus manos, gird y dio unos pasos
Gabriela se quedo inmóvil, un poco arrepentida, sin entender por que siempre se encontraba con el cuando pasaban estas cosas
Sebastian vio que ella no lo sequía, se volvió y dijo: ¿No ibas a lavar mi ropa? Como tu smes quien la ensució, tú deberias ser quien se responsabilice
Gabriela se apresuro a seguirlo, “No tengo intención de esquivar la responsabilidad”
“Ocho mil
Sutono era indiferente, su mirada fija en su rostro
Gabriela no comprendió al instante lo que él queria decir, se quedó atónita por un momento antes de darse cuenta, ese era el precio de la camisa.
Se sorprendió al instante, nunca en su vida habia llevado ropa tan cara
Ni siquiera sabia si podia lavarla completamente
Se sentia un poco insegura y solo pudo decir en voz baja Seré muy cuidadosa al lavaria
Sebastian observo su actitud temerosa, y no pudo evitar recordar la otra cara desafiante que presentó en la mesa de juego frente a Adrian Obregón, entrecerrando ligeramente los ojos.
Regresó a su habitacion, Alvaro, que estaba cerca, oyó el ruido, estaba a punto de saludat, pero al ver a Gabriela detrás de él, se encogió y aprovechó la oportunidad para marcharse
Sebastian entro desabrocho los botones de su camisa y se la arrojo a Gabriela
Justo cuando Gabriela entró en la habitación, sintió una prenda que le cubría la cara
Se puso roja y rápidamente se quito la prenda, escudriñando todo en la habitación con la vision periferica, y luego su mirada se detuvo.
Sebastian solo llevaba una camisa y ahora se la habia quitado, su torso estaba expuesto, dandole una figura excelente y unas piernas largas. Desde el punto de vista del arte era una proporción perfecta
Sus ojos no pudieron evitar detenerse en su espalda, admirando también la belleza de su linea de escapulas, cada centimetro parecia estar tallado con esmero
Gabriela no pudo evitar suspirar, este tipo era verdaderamente un regalo del cielo.
Justo cuando Sebastian estaba a punto de abrir el armario para buscar ropa nueva para ponerse, sintió la mirada ardiente detras de él.
Frunció el ceño y se volteo para mirar a Gabriela
La mirada de Gabriela aun estaba en su cintura
Su proporción corporal era aun mas estandar que la de los mejores modelos masculinos
Estaba tan absorta que incluso empezó a pensar, si fuera a dibujarlo, por donde deberia comenzar?
Y luego escucho una voz profunda que preguntaba ¿Te gusta lo que ves?”
No era la primera vez que Sebastian hacia esa pregunta, la última vez que Gabriela estaba mirando fijamente su mano, también le hizo la misma pregunta
Gabriela asintic honestamente con la cabeza y dijo con precisión que era muy adecuado para ser pintado
Sebastian mo su sinceridad y su estado de animo mejoró un poco.
Pero cuando pensó en que ella ya estaba casada, este comportamiento lo hizo sentir incomodo.
Rapidamente tomó una camisa limpia y su tono se volvió un poco más frio
“¿Aún no te vas?”
Gabriela volvió en si y se dio cuenta de que deberia irse
*Bueno, Sr. Sagel, descansa temprano
Sebastian no tenia ningún interés en por qué ella estaba aqui Ahora, ya no tenía ganas de salir.
Gabriela, sosteniendo la camisa, estaba a punto de salir pero notó que él a menudo se frotaba las sienes Desde que lo conoció, ha estado asi todo el tiempo, y la en sus brazos tambien olia a licor, supuso que debía haber bebido demasiado y ahora tenia dolor de cabeza
musa
Cuando la familia de La Rosa comenzó a prosperar, Simon de La Rosa a menudo tenia que beber para socializar, y cada vez que regresaba, tenia dolor de cabeza. En ese momento, su madre le masajeaba la cabeza para aliviario un poco.
Después de la muerte de su madre, ella tomo su lugar para hacer estas cosas
Por costumbre, sin pensarlo, dijo “Sr Sagel, necesitas que te masajee la cabeza?”
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De repente, la habitación se quedó en silencio