Capítulo 355
El camino de montaña serpenteaba, a menudo usado por los jóvenes como una pista de carreras nocturna, las curvas eran muy estrechas.
Gabriela habia mencionado esta carretera hace poco, incluso dijo que Maximiliano solia venir aquí a correr.
Lo que insinuaba era que, si algo le pasaba, él mismo se lo buscaba.
El conductor entendió enseguida lo que ella quería decir e hizo varios derrapes en las curvas.
Maximiliano tenia los ojos rojos y pisó el acelerador, viendo cómo su posición se volvia cada vez más remota, casi no pudo evitar reirse
Gabriela realmente no sabía lo que estaba haciendo, ahora estaba tan lejos de la ciudad, si se veia obligada a parar el coche, seria una buena oportunidad para él aprovecharse de ella.
Mierda
Cuando el coche pasó una curva pronunciada, él giro bruscamente el volante.
Pero su coche demapó como un loco.
Las pupilas de Maximiliano se contrajeron bruscamente y luego llegó una fuerte sensación de impacto.
Antes de que el coche cayera por el acantilado, aunque había saltado del coche, sentia que sus piernas se habían roto
“¡Ahhh!”
El dolor intenso lo hizo caer inconsciente.
El conductor del coche de adelante vio que el coche de atrás no lo seguía y supo que algo había pasado.
Giro en U y volvio por otro camino, llamando a Gabriela.
“Señorita de La Rosa, ya todo se arregló.”
Gabriela estaba sentada en el coche, al escuchar esas palabras, fruncio levemente los labios, su garganta estaba seca.
“ok, esta bien.”
Era la primera vez que Gabriela tendia una trampa.
La venganza de Maximiliano era tan loca que ya había afectado seriamente su vida.
No podia seguir siendo intimidada por el.
Además, ya le habia dado una oportunidad.
Fue él quien se dejo cegar por el odio.
Cuando los dos coches estaban a punto de volver a Chalet Monte Verde, Gabriela estaba preocupada de que Sebastián estuviera en Chalet Monte Verde, asi que cambió por su propio coche y decidió volver a Jardin de las Rosas.
Ya eran las nueve de la noche.
Sacó su móvil y vio que Sebastián la había llamado, pero no había contestado debido a Maximiliano.
Gabriela llamó de inmediato.
Sebastián colgó. Viendo que le colgó, de repente pensó que Sebastián también podia ser bastante rencoroso.
Sebastián estaba en Chalet Monte Verde en ese momento. Cuando volvió esa noche, Maria estaba un poco sorprendida.
Penso que era inusual que él llamara para preguntar por un perro, y no esperaba que volviera del trabajo tan temprano y llevara a Coco con su correa como si fuera a buscar a su dueño.
María vio que él habia llamado a alguien, pero esa persona no contestó.
Su rostro se oscureció y tiró la correa.
Maria no sabia que habia pasado y preguntó con cautela.
“Sr. Sagel, ¿no vas a devolver el perro?”
“No.”
El tono de Sebastián era sombrio y se fue a la planta de arriba.
“Supongo que su dueño tampoco estará muy preocupado.”
Marla pensó que la señorita de La Rosa no estaria preocupada, después de todo, ella sabia que Coco estaba en Chalet Monte Verde.
Gabriela, que había sido colgada, estaba indecisa sobre si debía llamar de nuevo.
Pero realmente no estaba segura del temperamento de Sebastián, así que llamó a Maria.
“Maria, el Sr. Sagel no ha retenido la comida de Coco, ¿verdad?”
Podria estar enojado y, ¿era capaz que a propósito no lo alimentaba a Coco? Coco era muy travieso y exigente con la comida, no podria soportar
tal injusticia
“Señorita de La Rosa, no te preocupes. Esta noche, el Sr. Sagel nos pidió que le
aire.”
Gabriela estaba un poco sorprendida, aunque ella trataba muy bien a Coco, hunca le había dado carne de res tan cara.
Bien.
Mientras Coco no sufría, todo estaba bien.
Después de resolver el problema de Maximiliano, finalmente pudo dormir tranquila por un rato.
En cuanto a Coco, ahora que tenía carne importada para comer y Sebastián lo había aceptado, estaba viviendo bien en Chalet Monte Verde, asi que no había necesidad de preocuparse por él.
Sebastián estaba en ese momento ocupado con los documentos de la empresa, trabajando hasta las doce de la noche y su teléfono no habia sonado ni una vez.
La expresión en su rostro se volvia cada vez más sombría, con un fuerte impulso de querer vender al perro.