Capítulo 219
Mi padre estaba de viaje por trabajo, por eso primero llamé a Mónica.
“Mónica, ¿dónde estás?” Pregunté somnolienta en la cama.
“Estoy en el hospital. Quique empezó a vomitar y tener diarrea de repente, ime asustó mucho!” Respondió Mónica.
“¿Cómo pasó eso? Llévalo a que le hagan un chequeo completo Le sugeri preocupada y luego colgué
Luego llamé a Alicia. Estaba en camino a un viaje de trabajo
Cuando llamé a Barbara, ella y David estaban cenando con sus padres.
Como todos estaban ocupados, finalmente decidi llamar a Alberto.
Sono un buen rato antes de que alguien contestara Inmediatamente pregunté: “Alberto, ¿tienes tiempo ahora?”
“Lo siento, está en la ducha.” Dijo una voz de mujer joven.
Me quedé atónita y revise rápidamente el nombre en mi celular. Si, era Alberto. Pero, ¿cómo era que aquella joven mujer estaba contestando su teléfono?
No tuve tiempo para preguntarle, pues ya habia colgado. Ya me sentia mal, y eso me bajó aún más el ánimo.
No queria dudar de la lealtad de Alberto, pero su familia se oponía a nuestra relación, por lo que no podia evitar pensar de más.
Cuando volví a marcar su número, su celular estaba apagado.
Estaba a punto de bajar a buscar algún medicamento para aliviar la fiebre cuando en mi teléfono sonó por una llamada de Valentino.
Colgué directamente. Me apoyé en la pared y en la barandilla de las escaleras para bajar, luego comencé a buscar medicamentos para la fiebre en la sala.
De repente, alguien golpeó la puerta con fuerza. Miré la puerta principal desde la sala y luego escuché a Valentino gritar desde afuera: “Charlotte, abre la puerta!”
¿Cómo había entrado al patio? Frunci el ceño, luego recordé que la noche anterior olvidé cerrar la puerta del patio.
No le respondi, simplemente segui buscando el medicamento.
“¡Si no abres la puerta, llamaré al personal de mantenimiento!” Me advirtió Valentino.
Me reí con desdén. El personal de mantenimiento no le pertenecia, ¿podía él pedirles que abrieran mi puerta?
Luego, todo se calmó afuera. Me tumbé agotada en el sofá. No sabia dónde mi mamá guardaba la caja de los medicamentos, por lo que no pude encontrar la medicina para la fiebre.
Solo podia pedir que la farmacia me llevara los medicamentos a la casa.
Justo cuando saqué mi teléfono para hacer el pedido, escuché el sonido de abrir la puerta principal.
Me sorprendió, luego vi que la puerta se abría. Un trabajador del mantenimiento le dijo cortesmente a Valentino: “Sr. Soler, la puerta está abierta.”
“Bien, muchas gracias. Respondió Valentino con un asentimiento, luego los despidió
Creo que necesitaba cambiar esa puerta.
Valentino entró y cerró la puerta que necesitaba ser cambiada. Queria regañarlo seriamente, pero me sentia demasiado mai para hablar con fuerza ¿Qué haces aqui?”
Valentino no dijo nada, simplemente se acercó, se inclino y tocó mi frente para ver si tenia fiebre.
Rápidamente me reprendió con severidad “Estás tan caliente! ¿Quieres quemarte hasta morir?”
“No necesito tu ayuda. Ya pedi medicamentos Me liberé del agarre de Valentino.
Él frunció el ceño, se dirigió hacia la cocina, sacó unas pastillas y un vaso con agua, y me los entregó.
Miré las pastillas en su mano y no pude evitar preguntarle “¿Cómo sabias donde guardamos los medicamentos en casa?”
Valentino respondió: “La última vez que estuve aqui, vi a tu mama sacar medicinas de alli”
Me quedé sin palabras. Resultaba que la que realmente no prestaba atención era yo Raramente le prestaba atención a esos detalles. Nunca pensé que Valentino, mi exesposo que rara vez venia a mi casa, lo recordaria.
1/2
La salud era lo más importante. No podía dañar mi cuerpo por estar enojada.
“Gracias.” Tomé las pastillas y el agua y me las tomé.
La medicina no hizo efecto tan rápido. Todavia me sentía mal. Valentino me miraba desde un lado, lo que me hacía sentir aun más incómoda. Dije: “Estaré bien una vez que la medicina haga efecto. Puedes irte ahora.”
Pero Valentino se sentó en el sofá al lado: “¿Por qué no pensaste en pedirme ayuda?”
¿Cómo sabía que había contactado a muchas personas ?
“Fue Javier quien me lo contó Mónica notó algo extraño en tu voz cuando la llamaste, por lo que le preguntó a Alicia y a Bárbara.” Explicó Valentino.
Yo, con los ojos cerrados, respondi perezosamente: “Pensé que podia manejarlo por mi cuenta.”
Valentino encendió la cámara de su móvil y me mostró la pantalla Mira cómo te has puesto por la fiebre!”
Me vi reflejada en la cámara. Mis mejillas estaban tan rojas como el trasero de un mono.
No dije nada, simplemente cerré los ojos para dormir, pero pronto mi estómago empezó a rugir. No había comido nada desde que me levanté por la mañana, por eso realmente estaba hambrienta.
“No tengo hambre Le dije a Valentino, mintiendo con total calma.
Valentino no dijo nada. Se levantó y se dirigió hacia la cocina. Me sobresalté: ¿iba a cocinar para mi?
Durante todos los años que conocía a Valentino, nunca lo habia visto cocinar.
Para mi sorpresa, Valentino simplemente sacó una manzana de la cocina para mi: “Come algo primero.”
“Si Ya puedes irte” Le dije mientras aceptaba la manzana, instándolo a irse una vez más.
“Espera un momento Valentino frunció el ceño: “No tienes que apresurarte en echarme.”
Estaba realmente apurada. Las palabras que me había dicho la noche anterior aún resonaban en mis oidos. Después de una
noche, me sentia incomoda estando a solas con el nuevamente
Comi la manzana en silencio. No fue hasta que terminé que Valentino preguntó de nuevo: “¿Dónde está Alberto? Incluso si no quieres pedirme ayuda, deberias buscarlo a él, ¿no es tu novio ahora?”
Al mencionar a Alberto, recordé la voz de aquella mujer desconocida. ¿Quién era ella? No podía ser una simple amiga suya si podia contestar su teléfono privado.
Pero no quería hablar con Valentino de mis problemas con Alberto, por lo tanto desvié el tema diciendo: “Volvió a trabajar. Está muy ocupado. No quiero quitarle su tiempo.”
¿No eras tú la que me llamaba veinte veces cada vez que te raspabas un poco la piel?” Valentino frunció el ceño: “¿Por qué te preocupa desperdiciar el tiempo de Alberto?”
No pude responder, porque realmente había estado reaccionando así antes.
En aquel entonces, compartia todo lo que sucedía en mi vida con Valentino. Si me lastimaba, no dejaba pasar la oportunidad de
esperar su preocupación.
Afortunadamente, el teléfono de Valentino sono en ese momento, interrumpiendo nuestra conversación. Después de contestar la llamada, se levantó para abrir la puerta.
Regresó con dos grandes cajas térmicas. Había siete u ocho platos en las cajas, todos apetitosos y calientes.
“Come.” Valentino puso un tenedor y un cuchillo delante de mi: “Una vez que termines, me voy.”
Mirando todos los platos en la mesa, dije. “No es esto demasiado? No puedo terminarlo todo yo sola.”
Entonces te acompaño a comer?” Valentino recogió otro juego de tenedor y cuchillo sin pensarlo.
Capitulo 220