CAPÍTULO 41. Te bañabas más en África
Desesperación. Esa era la palabra correcta para describir lo que sentía en aquel momento. Aquellas ganas de llorar que no se le iban aun sabiendo que no podía hacer nada.
-Sabia que Mitch iba a extrañar a Alan, pero no pensé… no así… -murmuró mientras intentaba limpiarse la cara y sentarse en el sofá. No ha querido hacer nada en todo el día, apenas comió… Solo quiere verlo.
-Bueno, no es el único, por el otro lado tengo un médico desquiciado que amaneció gritándome en mi casa por haberte sacado de la suya. (3)
-Lo siento por eso -suspiró Mar. Sé que son amigos, pero no podía quedarme allí.
-Lo entiendo -respondió Kali-. Solo quería que supieras que no tomó bien esto. Sabe la idiotez que hizo y el peligro en el que te puso, así que además de arrepentido y culpable está… no lo sé.
Jamás había visto a Alan así.
Mar pasó saliva y desvió la mirada.
-Sí, creo que le debo una disculpa -murmuró-. Lo dejé con todo el lío del hospital, no cumplí con
mi palabra…
-Cariño, esa mentira no te va a ayudar le dijo Kali con un suspiro condescendiente-. Alejarte de
Alan es difícil porque lo quieres y porque sabes que él te quiere. Punto. Lo demás que te digas para consolarte no te servirá por mucho tiempo, porque sabes que eso dejó de ser un trato desde el
mismo momento en que se acostaron. 2
-Acostarse es una cosa y quererse es otra muy diferente -replicó Mar frotándose las manos.
-Pues habla por ti, porque en el tiempo que llevo conociendo a Alan estoy segura de algo: no es un follador indiscriminado, cuando mete a alguien en su cama es porque ya metió su corazón por adelantado, así que de que te quiere, te quiere -sentenció-. Solo falta ver si tú lo quieres a él.
Mar se levantó, frotándose los brazos con nerviosismo.
-Yo… yo no puedo… Él sabe. Le dijiste… ¿verdad?
-Sí, no le dije nada de lo que no se hubiera dado cuenta ya, no es idiota, es un médico capacitado y ha trabajado mucho tiempo con la fundación. Creo que simplemente no podía concebir que estabas en peligro –le explicó Kali—. Pero sí, algo sabe.
Mar apretó los labios y le dio la espalda para que no viera aquellas lágrimas que le subían a los
ojos.
-Sabes que puedo traerlo en cualquier momento que quieras, ¿verdad?
-No puedo verlo susurró Mar de prisa-. Ni siquiera sabría cómo mirarlo.
-Cariño, lo que pasó no fue tu culpa. Tienes que entender eso.
-¡Pero sí es mi culpa haber tenido un hijo con un hombre como Sandor! ¡Todo lo que Mitch vio… el padre que tiene, eso es mi culpa…! 4
-¡Mar! ¡Mar! —la increpó Kali-. Cielo, no es así, todos cometemos errores pero no puedes culparte por la crueldad de los demás. Escucha, esto que sientes es normal, estás en un lugar donde todas
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las mujeres llegan sintiendo lo mismo, pero tienes que poner de tu parte y comenzar las terapias. Tenemos los mejores psicólogos en la Fundación, y si tú no te pones bien, Mitch nunca va a estar
bien.
Mar sentía como si algo volviera a romperse una y otra vez dentro de ella, pero la directora tenía razón, si ella no estaba bien, Mitch nunca estaría bien. Abrazó a Kali largamente, mientras esta intentaba consolarla, y cuando por fin logró calmarse la directora le hizo la pregunta del millón.
-¿Ya sabes qué quieres hacer? Tienes que decidir si quieres quedarte aquí o mudarte a otra ciudad.
Mar se detuvo un momento para pensar. La villa era hermosa y tranquila; se veían huertos y animales, aire libre y una serenidad que ella no conocía. El aire estaba lleno de la esperanza de
una vida mejor.
-Me gustaría quedarme -dijo finalmente. Aquí todas son como yo… Pero necesito trabajar, cualquier cosa estará bien.
-Eso es bueno. Personas que quieran trabajar en la Fundación siempre son bienvenidas. Tenemos una clínica aquí en la villa, así que seguramente estarás más que ocupada.
Kali le sonrió con alivio. La tranquilizaba tenerla cerca porque sabía muy bien que aquella historia con Alan estaba lejos de terminar, y si no se equivocaba, estaba segura de que en aquel momento él éstaba haciendo algo para solucionar la distancia que había entre los tres. 2
Y no se equivocaba, porque en aquel mismo instante Alan entraba por la puerta de la comisaría pidiendo hablar con los detectives Ivar y Nielson.
-¡Vaya, doctor Parker! Ya nos preguntábamos cuándo pensaba venir a pedir ayuda -murmuró uno de ellos saludándolo.
-Parece que este es el momento correcto -sentenció Alan-. Y espero por el bien de todos no estar
equivocado.
Exponer la situación en la que se encontraba el hospital no le tomó mucho tiempo, explicándoles que Preston y Wayland estaban detrás de todos los incidentes y el desfalco.
-Tengo pruebas suficientes para interponer una denuncia formal en su contra, pero como comprenderán, esto traerá graves consecuencias para el hospital -declaró.
-Bueno, antes que nada vamos a revisar esa evidencia que tiene sobre el caso, todo lo que tenga sobre Preston y Wayland. Nosotros nos podemos encargar de esa parte… pero el resto, las demandas, la reacción de la gente. Nosotros no podemos controlar nada de eso le dijo Ivar.
-Entonces supongo que tendré que controlarlo yo sentenció Alan con determinación-. Ustedes ocúpense de atrapar a esos dos ladrones y meterlos a la cárcel.
-Delo por hecho -aseguró Nielson estrechando su mano y Alan salió de allí dispuesto a hacer lo que tuviera que hacer para dejar solucionado el asunto del hospital, porque no iba a permitir que ni eso ni nada volviera a alejarlo de Mar y de Michael.
Su primera llamada, por supuesto, fue para Gus, porque necesitaba ayuda para el caos en el que estaba a punto de lanzarse. (3
-No alcanza con nosotros -dijo su mejor amigo, reuniéndose con él en la sección de Archivos del hospital y mirando los pasilios llenos de expedientes médicos-. Nosotros solos no vamos a poder.
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-Entonces reúne a los jefes de servicios -le pidió Alan- Si quieren un hospital en el que seguir trabajando, entonces van a tener que arremangarse fas batas y ayudar
Media hora después la sala de juntas se llenaba de médicos preocupados y Alan se paro frente a ellos con la convicción de que ya no tenía nada que perder. Lo más importante ya lo habla perdido y si queria recuperarlo debia poner las cosas en orden.
-Antes de empezar me gustaria dejar algo en claro comenzó y todos le prestaron atención- Yo soy el dueño de este hospital. Y no es un alarde de ego porque soy el director, realmente soy el dueño del hospital, Gus aquí presente ejerce como mi representante en la junta directiva, pero el accionista mayoritario de este hospital soy yo.
Las caras de sorpresa y los murmullos se extendieron por la sala hasta que Harris se adelanto
-¿Entonces para qué todo el teatro de la postulación al cargo, si podías designarte director cuando quisieras?-lo increpó.
-Porque quería ganarmelo, no queria imponerme al equipo de trabajo sino ganarine el puesto, pero por el camino fueron saliendo todas las irregularidades -respondió Alan con sinceridad- Ahora, habiendo dejado en claro que yo soy quien más tiene que perder en todo esto, déjenme explicarles cómo está la situación.
Contarles la verdad sobre el desfalco de Wayland y Preston, la extorsión de Lizetta y las malas máquinas del laboratorio no le llevó más de quince minutos, y en ese momento todos estuvieron bastante conscientes de que podían quedarse sin trabajo a menos que aquello tuviera una pronta
<resolución.
C
-¿Qué necesitas de nosotros? -le preguntó Harris.
-Ayuda. Tenemos que determinar en qué grado los malos resultados de las máquinas afectaron a nuestros pacientes y prepararnos para sus demandas -les explicó Alan-. Todos los archivos médicos de sus servicios del último año deben ser revisados y no puedo hacerlo solo. Tenemos una semana antes de que esta bomba explote, así que designen sustitutos temporales en sus servicios, y vengan a trabajar.
Todos asintieron apurados, y nadie, absolutamente nadie dedicó ni un minuto a buscar otro trabajo por si aquello fracasaba, así que Alan se arremangó también la camisa y comenzó la cruzada.
Una semana, una semana trabajando sin descanso, pero para él era más que eso. Para él era una semana en el infierno. No sabía nada de Mar, solo que debía estar bien, y esperaba que su chiquillo
estuviera bien. 3
Ocho días después por fin el resultado apareció sobre su mesa.
-Tenemos once posibilidades de demanda -le dijo Harris-. Por suerte nadie murió, y nadie está en estado de gravedad. En estos once casos las personas no recibieron el tratamiento correcto producto de los informes errados de laboratorio, sin embargo según los seguimientos todos están en recuperación. Nos aseguraremos de contactarlos antes de que todo salga a la luz.
-Nosotros cubriremos su seguro a partir de ahora -decidió Alan-. Seguros médicos, gastos, medicamentos, operaciones si hace falta, el hospital cubrirá todo lo necesario de esos pacientes de por vida. Asegúrense de que les firmen los acuerdos de confidencialidad. Comiencen a llamarlos.
Entonces llegó la otra parte de la negociación, cinco días más en el purgatorio hasta que no hubo
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SERITETNINA
un solo paciente que pudiera demandarlos.
-¿Crees que deberías estar bebiendo? -preguntó Gus sentándose frente a Alan en su oficina, mientras veía a su amigo bajar el cuarto trago de whisky-. En unas horas tendrás que dar una
conferencia de prensa.
-Estaré bien para entonces -murmuró Alan con cansancio.
-¿Has ido a casa? O mejor dicho ¿Cuánto has ido a casa en estas dos semanas?
-Tres veces.
-Con razón hueles a chivo -masculló Gus.
-Muy gracioso.
-¡No, si no lo es! ¡Te bañabas más en África! Tienes que descansar, Alan, tienes que…
-¡Tengo que verlos! -replicó él desesperado dejando a un lado el vaso y caminando de un lado a otro-. ¡Tengo que ver a Mar, tengo que ver a mi chiquillo, tengo que verlos! ¡Eso es lo único que
quiero! A