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CAPÍTULO 38. ¿Dónde está Mar?
Debian faltar pocas horas para el amanecer cuando Mar salió de aquella camioneta con su hijo en brazos. Respiró profundamente el aire fresco y observó a su alrededor. Estaban en una propiedad a una media hora de la ciudad de Los Ángeles, con una villa grande rodeada de árboles, césped y flores silvestres, con las majestuosas colinas a lo lejos.
Alrededor, diseminadas entre caminitos de piedras, había pequeñas casitas, como cabañas, todas a oscuras porque era evidente que estaban todos durmiendo todavía.
-Puedes quedarte en la villa si quieres, pero en una casita tendrás más privacidad. ¿Está bien? -le preguntó Emma y ella asintió conforme.
-Sí, claro, Emma. Cualquier cosa está bien -murmuró con el corazón encogido.
Jackson tomó sus bolsos y Emma la ayudó a llegar hasta una de las casitas que estaba más alejada. Cuando entraron a Mar le pareció una cabaña de juguete, en cuarenta metros cuadrados tenía todo, pero tan bien distribuido que incluso parecía muy amplia. Un espacio abierto con cocina, salón y comedor, luego un baño y una habitación; y encima, medio doble techo con una escalera para subir y un pequeño espacio para jugar o trabajar.
Es pequeña, pero creo que se acomodarán bien aquí, al menos temporalmente le dijo Emma y Mar suspiró con los ojos llenos de lágrimas.
-Es perfecta, no sabes… es perfecta Emma. Gracias. Muchas gracias -murmuró mientras acostaba a Michael en la cama y lo arropaba, agradeciendo que tuviera el sueño tan profundo.
-Kali vendrá mañana a hablar contigo, juntas pueden ver qué quieres hacer a partir de ahora. Mientras tanto, tómate tu tiempo, hay comida en la nevera y todo lo que necesites, sabes que puedes acercarte a la villa a buscar lo que sea que haga falta -le dijo la muchacha dándole un abrazo-. Descansa.
-Gracias, ustedes también descansen, y dale las gracias a Jackson -le dijo Mar y esperó a que la puerta se cerrara para cubrirse el rostro con las manos y dejarse caer en una silla.
Las lágrimas comenzaron a salir en absoluto silencio, mientras se tragaba todos aquellos gritos que ya no podía pronunciar. Le dolía el corazón por haberse ido, pero Mitch estaba primero, primero que nadie, y a él no lo podía poner en peligro. Tenía que ser fuerte por él. Tenía que asegurarse de que pudiera esperar un futuro mejor, lejos de la horrible influencia de su padre. 9
Lloró por todo lo que había perdido, pero realmente no culpaba a nadie más que a sí misma. Por un momento pensó en si debía haberle dejado a Alan al menos una nota, pero luego aquellas palabras. retumbaron en sus oídos: solo tenían un trato, uno que ella no podría honrar más. 4
Cuando por fin se secó las lágrimas, ya estaba amaneciendo sobre aquellas colinas, y Mar se preparó para enfrentar el momento más difícil de todos: decirle a Mitch que ya no estarían con Alan.
No tenía idea de que en aquel mismo momento, después de revolver su antiguo departamento de arriba abajo, Alan volvía a su casa, descorazonado, impotente y con la desesperación a tope.
Apenas abrió la puerta cuando la figura inquieta de la niñera lo sorprendió, había estado tan obcecado que ni siquiera se había dado cuenta de que la mujer seguía en su casa.
-Doctor, qué bueno que llega, anoche vino y se fue tan rápido que no me dio tiempo alcanzarlo – murmuró ella preocupada.
-Señora Perkins… no sabía que seguía aquí… ¡Espere! ¿Usted sabe qué pasó con Mar? Ella… ¿Se la llevaron? ¿Se fue…?
La mujer hizo una mueca de preocupación y asintió.
-Ella se fue, doctor. Yo me sorprendí mucho cuando la vi bajar con el niño y un par de bolsas, pero luego se estacionó afuera una camioneta y ella se subió apurada…
-¿Una camioneta? ¿¡Una camioneta cómo!? ¿¡Cómo era, señora Perkins!?
-Bueno era… blanca, sin nada pintado, nada de nada, incluso traté de fijarme pero creo que no tenía placas. Un hombre salió por ella… espere… Sale en la foto, logré tomarle una dijo la mujer rebuscando en sus bolsillos por su celular. (5)
Alan sintió que el corazón se le quería salir del pecho cuando vio aquella foto, porque el hombre que aparecía ella le era conocido, muy conocido. Entonces lo que la noche anterior le habían hecho pasar como una casualidad, llegó a su cabeza como una revelación:
Kali.
De dónde se conocían.
La Fundación.
Las camionetas blancas sin placas que solían usar para sacar a mujeres en peligro. 2
Se dio la vuelta y tomó el saco y las llaves del auto, saliendo de nuevo para ir a estrenar el amanecer tumbando la puerta de Elliot Davies. (5
Este le abrió con semblante severo y lo hizo pasar sin decir una palabra, porque era evidente que tanto él como su mujer habían estado esperándolo,
-¿Dónde están Mar y Michael? -fue su primera pregunta y Kali miró su cara de trasnochado,
sabía que estaba preocupado pero se lo merecía.
-Voy a hacer café, mucho café… -murmuró Elliot que veía la tormenta a punto de desatarse-, ¡
con bourbon!
Alan se veía mal, realmente preocupado y agotado después de una noche sin dormir.
-He intentado llamarla de todas las formas posibles, la busqué por todos lados, y recién ahora la niñera me enseña una foto de Jackson llevándosela de mi casa. No creo equivocarme al suponer que fue orden tuya, ¿no es así?
-No, no te equivocas, fue orden mía -replicó Kali con firmeza-. Y lo hice porque ella me lo pidió. Mar me llamó para que los sacara a ella y a Michael y sabes que yo no digo que no cuando me piden ayuda.
-¿Pero ayuda por qué? ¿Para salir de mi casa? ¡¿Y por qué no me lo dijiste?!
-¡Porque yo no era la que tenía que avisarte, Alan, era ella y no quiso hacerlo! De cualquier forma ustedes tenían un acuerdo, pero Mar ya no puede cumplirlo, ahora yo me encargaré de ella y del niño. Quédate tranquilo.
Alan sintió aquellas palabras como si Kali lo estuviera golpeando.
-¿Ac…? ¡No es solo un acuerdo, Kali! Ella es mi prometida… mi novia… ¡Lo que sea! ¡Estamos juntos…!
-Eso no fue lo que ella me dijo -espetó Kali mirándolo con severidad-. ¿Si no es cierto por qué me lo dijo?
Alan abrió la boca y luego se mesó los cabellos lanzando una maldición.
-¡Esa fue una estupidez mía, una estupidez que dije en un momento de estrés porque así empezaron las cosas, pero no es así ahora! ¡Yo la quiero! -exclamó- ¡Yo de verdad la quiero, Kali! ¡ Solo está enojada conmigo por lo del anuncio, pero eso no es motivo… yo no…!
Alan intentaba explicarse pero apenas la miró directamente a los ojos se dio cuenta de que Kali ya sabía todo, absolutamente todo, en especial cuando sacó aquel periódico y lo lanzó sobre la mesa entre los dos.
-¿Tienes idea de lo que hiciste!? -le gruñó como una madre que sabe que tiene que aguantarse la rabia con la que regaña a su hijo-. ¡Si lo hubiera hecho cualquier otro lo habría entendido, ¿pero tú?! ¿Tienes idea de la bestia a la pusiste tras su pista de nuevo!? 4
Alan se quedó mudo… sí, lo había imaginado, pero muy tarde.
-Solo era un anuncio…
-¡Uno para el que no le pediste permiso, Alan!
¡Es que no lo hice a propósito! -se defendió él.
-¡No, no lo hiciste a propósito, ni siquiera le prestaste atención porque tu cabeza estaba en cualquier otra prioridad menos ella y el niño! ¡Y no me digas que no viste las maldit@s señales porque no te creo! ¡No eres precisamente un novato en esto! (4
Alan gruñó desesperado. Sí, sí las había visto, pero no había creído que las cosas fueran a ese
extremo.
-¡No pensé que fuera tan grave!
-¿¡No pensaste!? -Kali parecía a punto de lanzarle algo-. ¿¡Después de ver todas sus cicatrices no pensaste que fuera tan grave!? 2
Pero la mirada consternada de Alan le dijo que no, que no sabía.
-Ni siquiera te las mostró, ¿cierto? -suspiró porque había conocido mujeres con habilidad para ocultar el dolor, pero muy pocas como Mar.
-¡No, no me mostró nada, no me dijo nada! ¿¡Yo cómo iba a saber…?!
-¡Ya deja de justificarte, maldit@ sea! -explotó ella-. ¡Eres un médico entrenado! ¡Has pasado por esto cientos de veces! ¡Has trabajado por años con la Fundación! ¡No me digas que no sabes reconocer a una víctima de agresión! ¿Y cuándo fue la última vez que una de ellas habló? ¡¿Eh?! ¡Tú mejor que nadie sabes que pasan meses y a veces años antes de que una víctima de agresión se atreva a hablar! ¡Sabes la vergüenza que les da, sabes el dolor psicológico que pasan! ¿¡De verdad esperabas que te dijera algo!?
Alan abrió y cerró la boca varias veces pero aunque podía articular palabras estas simplemente no
APITULO 38 ¿Donde está Mar?
se escuchaban.
Kali tenia razón, él era un médico entrenado, él había visto las señales, las había visto por todos lados… pero en aquel momento su prioridad no era ella, era el maldito hospital, el chantaje de Lizetta y todo lo que se atravesara. Ella simplemente estaba ahí, haciéndole de silencioso respaldo mientras él la ponía en peligro.
Sus ojos se humedecieron mientras apretaba los puños, porque el arrepentimiento y la
desesperación lo estaban matando.
-Tengo que verla. Tengo que hablar con ella, Kali… Por favor! 18