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CAPÍTULO 36. Ayúdame ahora
Mar sabía muy bien lo que era que un hombre le pegara. Había heridas físicas que todavía podía sentir… pero las otras, esas que se escondían bajo la piel y atenazaban el alma, esas podían abrirse con una aterradora facilidad.
Quizás si aquella mano de Alan hubiera apretado su brazo un poco más, si le hubiera dolido,
incluso le habría dolido menos que escuchar esás palabras salir de su boca.
“Un trato“.
¿En qué momento se había permitido olvidar que aquello era un acuerdo? (3)
“Un trato“.
¿En qué momento se había permitido caer en otra mala decisión?
“Un trato“.
“Dios, tengo la brújula emocional tan averiada…“, era lo único en lo que podía pensar mientras se subía al asiento trasero de aquella limosina y escondía las pequeñas manos hechas puños bajo la chalina.
No levantó los ojos de su falda cuando Alan se sentó frente a ella, ni se movió mientras el auto echaba a andar y los minutos pasaban, ni se inmutó con su respiración pesada y su voz inquieta.
-Mar… lo siento, nena, por dios… ¡lo siento mucho! -murmuró él intentando tomar sus manos-. Dije una estupidez, tú sabes que no es cierto… Tú sabes que no pienso eso, Mitch y tú son lo más importante para mí… Mar…
Los labios le temblaron por un momento pero finalmente ella encontró la fuerza para despegarlos.
-No pasa nada.
-¡Sí, sí pasa! -exclamó Alan con impaciencia-. Si pasa porque me ofusqué y no debi hablarte así.
-No dijiste ninguna mentira -dijo Mar levantando los ojos hacia él, y en aquellos dos pozos sin fondo Alan no pudo leer nada, absolutamente ni una emoción. 3)
-Mar, por favor… claro que es una mentira, yo te quiero, sabes que te quiero, no estamos juntos solo por el acuerdo… ¡Dios, fue una estupidez! ¡Lamento lo que dije, no fue en serio, Mar, perdóname! -Se llevó una mano suya a los labios y la besó con ansiedad-. ¡Lo siento nena, de verdad! Solo dime qué pasa…
Mar lo miró a los ojos por un segundo y se hizo las preguntas del milenio: ¿Podía decirle? ¿Era capaz de decirle? ¿Quería decirle?
Y la respuesta a todas ellas era “No“. No, porque con aquellas simples palabras había dejado de confiar en él.
Quizás no era su culpa. Quizás era culpa de aquella herida abierta que todavía supuraba, pero Mar no podía simplemente olvidar la experiencia que tan dolorosamente había adquirido.
Sabía que Alan estaba en el tope del estrés, pero ella ya no podía permitirse ser el receptáculo de frustraciones de nadie.
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-No pasa nada -repitió y Alan cerró los ojos, negando despacio.
-Mar, por favor…
-Creo que ya llegamos. Debe haber gente afuera, seguro van a preocuparse si no nos ven salir murmuró Mar y Alan respiró profundo antes de bajar y sostener la puerta para ella como un caballero.
–
La vio sonreír, tensarse como una cuerda cuando las cámaras comenzaron a tomarle fotos, y supo que aquel camino desde el auto hasta la puerta del salón de eventos estaba siendo un suplicio para ella. Pero al llegar apenas pudo mantenerla a la vista, porque todos querían saludarlos, felicitarlos, ver aquel anillo, preguntar sobre la boda. (2)
Alan estaba que rayaba en la desesperación, le respondía a todos con cordialidad, pero sus ojos solo la buscaban a ella.
-¡Dios, si estás enamorado hasta los huesos! -escuchó una risa a sus espaldas y se giró para ver a Kali allí, con su mejor sari y una sonrisa amable mientras su marido llegaba a ella con dos copas.
-¿Tanto se me nota? -la saludó Alan con un abrazo.
-Como para regalarte un pañuelo para las babas–rio Elliot Davies-. Pero todos hemos pasado por ahí, así que no te preocupes. 9
Alan lo saludó con cariño porque el marido de Kali y toda su familia eran muy queridos para él y luego asintió.
-Pues creo que tienen razón. Vengan, les quiero presentar a mi prometida.
Los guio hasta donde Mar estaba hablando con algunos colegas del hospital y tocó en su hombro, disculpándose con ellos para robársela.
-Nena, permíteme presentarte a…
-¿Mar? -Kali se quedó paralizada y la mujer frente a ella perdió el aliento.
-Directora…
Mar sentía que el infierno se estaba abriendo a sus pies mientras las dos se miraban con
consternación.
-¿Ustedes se conocen? -preguntó Alan arrugando el ceño y a Kali solo le tomó un segundo leer la angustia en el rostro de Mar.
-Sí, de hace un tiempo -respondió mientras apretaba sigilosamente la mano de su marido. Pero el mundo es un pañuelo, es increíble encontrarla aquí.
Elliot se acercó a Alan y pasó un brazo sobre sus hombros. 3)
-Bueno, las chicas se van a poner al día y esa es una conversación que no queremos escuchar, amigo mio -rio disimulando-. Mejor vamos a tomar algo fuerte antes de que recuerden que nos gobiernan.
Y Elliot se lo llevó de allí mientras Kali se acercaba a Mar con preocupación.
ellas
-¡Dios, niña, casi nos matas de un susto! ¿Estás bien? ¿Tu hijo? -le preguntó y Mar asintió apenada.
-Está bien, mi hijo está bien…
-¿Por qué te fuiste, Mar? Desapareciste de un día para otro, hemos estado buscándote pero… ¡ni imaginarme que podías estar aquí! -la increpó Kali.
-Lo siento, de verdad lo siento mucho, directora, pero no podía quedarme. Tenía mucho miedo de que el… de que el padre de Michael nos encontrara a través de la Fundación -respondió ella con honestidad-. Crei que si desaparecía, si nadie sabía dónde estaba, él no podría presionar a nadie
para encontramos.
Kali respiró profundamente y apretó su mano con un gesto de consuelo. Sabía lo difícil que era para las mujeres que habían pasado lo que había pasado Mar, librarse de aquel temor de que sus agresores las alcanzaran.
-Te juro que te entiendo, cariño, pero debes comprender algo tú también: La Fundación Great Soul ha manejado casos peores que el tuyo, somos una organización fuerte y somos capaces de protegerte, no quiero que te quepa ninguna duda sobre eso -le aseguró con un gesto de confianza.
Las dos miraron alrededor un poco ansiosas y de repente Kali pareció recordar algo.
-Mar… esto de ser la prometida de Alan… ¿Esto es en serio? Él es mi amigo desde hace años, de hecho estuve localizándolo cuando todo pasó porque quería que te ayudara… ¡Dios es increíble
cómo funciona el destino, al final ustedes terminaron encontrándose y están enam..!
No, no lo estamos. Esto no es de verdad -susurró Mar muy bajo para que nadie la escuchara.
Kali intentó disimular la sorpresa y tiró de su mano para llevarla a una de las esquinas del salón.
<-¿Qué quieres decir?
C
-Mi hijo se enfermó, lleva medicinas que yo no podía pagar y Alan necesitaba… supongo que algo parecido a una coartada -confesó ella-. Nos estamos ayudando el uno al otro pero esto, esta familia que presentamos es de mentira.
Kali respiró profundo, nadie que viera cómo Alan la miraba podía decir eso, pero por la angustia en la expresión de Mar se dio cuenta de que había más, mucho más en aquella historia.
-Escucha, si necesitas cualquier cosa, si necesitas ayuda, en el momento que sea, a la hora que sea, me llamas sin dudar–le dijo poniendo en sus manos una tarjeta con su número-. Para lo que sea, Mar. Créeme cuando te digo que puedo ayudarte.
La muchacha pasó saliva y se guardó la tarjeta en la pequeña cartera que llevaba, pero ya no pudieron seguir hablando porque Alan se dirigía hacia ellas con paso firme y tras él Elliot le hacia una mueca de disculpa a Kali por no haber sido capaz de demorarlo otro poco.
-Me dijiste que puedes con cualquier ritmo -dijo Alan tendiéndole su brazo a Mar- ¿Qué tal un vals?
Ella asintió con una sonrisa atornillada y se fue con él al centro del salón, donde ya varias parejas bailaban suavemente. Se dejó llevar por Alan y por la música, pero para el médico era demasiado obvio que no lo estaba disfrutando. Su cuerpo estaba tenso y su actitud era atenta y concentrada.
-Mar… Nena la llamó y la vio pestañear vivamente antes de mirarlo-. Por favor, esto me está matando -murmuró-. De verdad lamento lo que dije. Por favor, perdóname.
-No tengo nada que perdonarte -respondió ella con suavidad-. Nadie debería tener que disculparse por decir lo que piensa.
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-¡Pero es que yo no pienso eso…! (3)
-Alan, por favor, este no es el lugar ni el momento, Estamos en nuestra fiesta de compromiso, debemos dar la mejor cara posible para el público. No se vería bien que nos notaran discutiendo. ¿
No crees?
Alan tuvo que resignarse, apretó los labios y la abrazó con fuerza, como si no quisiera soltarla, pero eventualmente la música acabó y los invitados reclamaron su atención. Dos horas después y pasada la medianoche, el ambiente se fue calmando mientras la fiesta llegaba a su fin, aunque por supuesto había muchos invitados que se negaban a que la noche terminara.
-Alan, no quiero ser descortés, pero ¿crees que pueda irme ahora? -preguntó Mar acercándose a él –. De verdad estoy muy cansada y no quisiera que los invitados se molestaran.
Alan miró la preocupación en sus ojos. Sabía que necesitaba espacio para calmarse, aunque solo fueran un par de horas, así que le dio un beso suave en la mejilla y asintió.
-Claro, por supuesto, yo me ocupo hasta el final, ve a descansar -le dijo en un susurro y ella se dio la vuelta para encaminarse hacia la limusina.
Literalmente tenía un pie dentro cuando sus ojos tropezaron con aquella figura. Solo fue un instante antes de que el hombre al otro lado de la calle echara a andar lejos de allí, pero le bastó a Mar para que su corazón se desatara. No sabía dónde lo había visto, no recordaba quién era, pero sabía que lo había visto antes. 3
Subió a la limosina y apenas el chofer arrancó ella sacó el teléfono de su cartera. Sobre su regazo cayó también la tarjeta y Mar recordó las palabras: “Me llamas sin dudar“. Así que no lo hizo. Marcó aquel número con mano firme, y habló sin que la