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CAPÍTULO 32. Un caso difícil
-¿Hasta cuándo nos vamos a estar escapando a las dos de la madrugada? -preguntó Mar mientras Alan reía contra su cabello lleno de sudor y le bajaba la falda del vestido de dormir.
Se dejaron resbalar hasta el suelo y él la abrazó encogiéndose de hombros.
-Hasta que Mitch empiece a dormir solo, y no veo que eso vaya a pasar muy pronto -jadeó intentando recuperar el aliento todavía después de lo que literalmente había sido un duro muy muy duro contra el muro. Así que mientras tanto nos ponemos juguetones y nos escapamos a la cocina, el baño, el closet… 2
-Me gusta esa idea -susurró Mar dándose la vuelta para sentarse a horcajadas sobre él.
Le encantaba. Cada segundo a su lado la hacía sentirse segura, querida, protegida; y para alguien que había pasado todo lo que ella había pasado, aquel sentimiento era invaluable.
Un día Michael tendría su propia habitación, pero mientras tanto a veces quería dormir agarrado del pelo de Pika–pi, y otras veces de la mami. Y aunque tenía ya su habitación con todo lo que necesitaba para ser un niño independiente, apenas dormia ahí una hora y cuando se despertaba Alan corría a traerlo para que durmiera entre los dos.
Los días comenzaron a pasar sin que se dieran cuenta, y de repente se convirtieron en semanas de mucho trabajo. Las cosas mejoraban notablemente en el hospital, los informes preliminares de los auditores arrojaron una terrible realidad: Preston y Wayland habían estado robando del presupuesto destinado al salario de los trabajadores, así que la primera medida que tomó Alan fue restaurarlo a sus montos originales.
Sobra decir que la sorpresa y la alegría entre el personal fue mayúscula, y todos se empeñaron más que nunca en que las cosas en el hospital marcharan viento en popa. Y toda esa ayuda le permitía a Alan ser más que un director. Fuera del trabajo, -que procuraba no extender más allá de su horario asignado-, era una pareja para Mar y lo más parecido a un padre para Mitch.
Le encantaba que pasaran tiempo juntos fuera de la casa, explorando la ciudad y yendo al cine. Solían dar largos paseos juntos o llevaban a Mitch a otras actividades, al parque o a jugar con esos. nuevos amigos que había hecho en la guardería. Reian, bromeaban y hablaban de todo… o casi todo. Cada fin de semana iban a las cenas de los jefes de servicios, que comenzó a ser casi una tradición, y poco a poco la falsa familia Parker comenzó a sentirse absolutamente verdadera.
Mar ni siquiera sabía explicarlo, pero era como si la vida hubiera comenzado de nuevo, desde cero,
sin errores esta vez.
-¡Oye nena! ¿Adivina qué? -dijo Alan asomando la cabeza a la puerta de su despacho.
-¿Qué? -preguntó ella con curiosidad.
-Acabo de hablar con el rector de una de las universidades estatales que hay en la ciudad, harán exámenes de Grado Superior en un par de meses, me dice que si presentas al menos una copia de tu viejo título te dejarán tomar el examen y hacer la homologación -le dijo Alan emocionado y
Mar saltó como un resorte.
-¡¿En serio?! ¡Júrame que es en serio!
-¡Te lo juro, amor! ¡De verdad! -sonrió él y le entregó los folletos que acababa de imprimir para ella. Estaba a punto de explicarle mejor cuando su teléfono comenzó a sonar-. Déjame tomar esta llamada, nena, de verdad es muy importante le dijo dándole un beso y volvió a su oficina
mientras Mar revisaba aquellos papeles llena de esperanza.
Ya a solas, Alan respondió la llamada y sonrió al escuchar la voz dulce y firme de Kali Davies.
-¡Directora, qué gusto saber de usted! -exclamó.
“¡Director, lo mismo digo!” rio Kali porque ya se había enterado de la buena noticia. “Felicidades, cariño, estoy muy feliz por ti. ¿Cómo te lleva el cargo?”
-Exactamente como imaginas, mucho trabajo y tratando de meter en cintura algo que abandoné por más de seis años -suspiró Alan-. Ahora me lo encuentro todo patas arriba pero ¿cómo me voy a quejar si es mi culpa?
“Bueno, bueno, pero tú no eres de los que lloran, tú eres de los que actúan así que en poco tiempo ese hospital estará cien veces mejor. Estoy segura
-Dios te oiga -murmuró Alan-. Pero a ver, cuéntame, Valeria me dijo que me estabas buscando hace un par de meses. Lamento no haber estado localizable, perdí el teléfono en la última misión y ya te imaginarás el resto. Pero ¿qué puedo hacer por ti?
Del otro lado Alan escuchó un suspiro largo, triste y preocupado.
“Tengo… tenia un caso muy difícil, Alan. Uno de esos que sabes que solo podrá acabar en funeral“, le contó Kali. “Me llegaron una madre y un niño en muy mal estado a una de las clínicas. Tuve que reacomodarlos, los traje a Los Ángeles y quería pedirte ayuda para… ya sabes, para buscarle un trabajo, vigilarlos… asegurarte de que el pequeño estuviera bien.”
-Y claro que puedo ayudarte, sabes que no tienes que pedirlo dos veces, yo siempre estoy dispuesto para la Fundación -respondió Alan.
“Lo sé, pero les perdí la pista. Ella desapareció de un día para otro y pensamos lo peor, pero estuve investigando y parece que no fue obra del marido. Debe haberse ido por miedo o… no lo sé. Estoy tratando de encontrarlos, y si es asi te llamaré de nuevo. ¿Está bien?” 5
-Por supuesto, y mientras tanto búscate espacio en tu apretada agenda y ven a hacerme una visita, aunque sea a mi fiesta de compromiso, con eso me conformo…..
“¡Aaaaaaahhhhhhh! ¿Te comprometiste?! ¡Valeria, Alancito se comprometió!“, la escuchó gritar y se imaginó que estaría en el Estudio con su cuñada “¿Por qué soy la última en enterarme? ¡Me podías haber dicho por teléfono…! ¿O se lo estabas solapando!? ¿Es fea?…” (2)
-¡Es preciosa! -gritó Alan para que volviera a atenderlo-. Es la mujer más hermosa del mundo y me hace feliz, así que sí, Alancito ya salió del mercado de los solteros.
“¡Se acabaron los siete años de mala suerte“! 2
-¿Solo fueron siete? -se burló Alan.
“No hijo mío, para mí que tú rompiste el cristal del Papamóvil y por eso no le atinabas al amor! Pero ya, todo pasó. Envíame la dirección de esa fiesta que no me la voy a perder“. 3
Alan habló con ella un rato más y luego fue a terminar su día con una de sus muchas reuniones, esta vez para rendir cuentas a los accionistas. Cuando por fin terminaron, uno de miembros de la
junta directiva se acercó a Mar y la felicitó por su próximo compromiso.
-Perdón, creo que no entiendo….
-La fiesta. Le prometimos a Alan que nos haríamos cargo como una sorpresa para ustedes -le explicaron-. De verdad esperamos que te guste lo que hicimos.
-¡Ah, pero no debieron molestarse! Digo… Alan y yo estamos bien, no hay que hacer una gran fiesta ni nada -murmuró apenada porque no le gustaba mucho ser el centro de atención.
-¡Claro que sí, es importante oficializar las cosas! -le dijo una mujer del grupo. Será muy bueno profesionalmente que el cargo del doctor Parker sea anunciado de manera oficial, y si añadimos su compromiso contigo… eso realmente solidificaría mucho la imagen del hospital. Y teniendo en cuenta todo lo que pasó, demostrar un cimiento fuerte es algo que necesitamos mucho ahora.
Mar asintió, preocupada, porque al parecer había muchas expectativas para cumplir; sin embargo cada vez que Alan la miraba era como si toda la preocupación desapareciera de inmediato.
-Entonces se los agradezco mucho. ¡Estoy segura de que será una fiesta preciosa!
Y lo sería, sin dudas lo sería porque no solo los accionistas, Alan también estaba decidido a hacer de aquella noche la mejor noche para Mar y para él. En cuanto le dieron fecha, hora y lugar, avisó a sus amigos y contrató a una simpática niñera para que fuera entendiéndose con Michael. Llamó a Valeria, le encargó en mejor vestido que hubiera diseñado y dejó dos botellas de champaña heladas para que tuvieran su tarde de chicas mientras él se iba de compras con Mitch.
-¡Uy, uy! ¡Un Pika–pi chiquito! -se entusiasmó Alan entrando a una tienda para niños, y viendo aquel lindo pijama, pero ese día Mitch no se veía tan entusiasmado como los anteriores- ¿Estás bien, campeón?
-Mmmmjjjjmmm…
-¿Y por qué no te creo? -preguntó Alan sentándolo en el carrito de la compra-. ¿Quieres decirme qué te pasa? ¿Qué tienes?
-En esto días hay día de… -levantó las manitos enseñando sus dedos pero no parecía querer decirlo. Hay día de papá… -susurró por fin y Alan entendió.
Faltaban dos semanas pero era evidente que en la guardería tenían a todos los niños emocionados por eso, haciendo tarjetas y manualidades para regalar a los papás en su día. El problema era que Mitch no entendía por qué todos estaban felices.
-¿Y cómo te sientes con eso? ¿Estás molesto, campeón?
Alan escudriñó su rostro pero era difícil ver algo más que tristeza.
-Te voy a decir un secreto -le dijo apartándole el cabello de la frente-. Sé que no te gusta tu papá, pero los niños valientes como tú, pueden elegir otro.
Michael levantó la cabeza y abrió los ojos desmesuradamente, como si aquello fuera lo mejor que
había escuchado en su corta vida.
-¿Oto papi? (2
-Si campeón, otro papi. Tú solito puedes elegir otro papi–le aseguró Alan con una sonrisa llena de confianza-. Y puede ser alguien que te quiera mucho mucho a ti y mucho mucho a la mami. ¿ Eso te gusta?
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CAPITULO 32 Un caso dificil
Michael sacó el labio inferior con una muequita muy graciosa, como un pequeño bulldog, y luego
asintió conforme.
-¡Pika–pi! -exclamó señalando al pijama que Alan había visto antes y él levantó una ceja,
divertido.
“¡Si es que es igualito a Mar! ¡Especialista en dejar con la duda!“, pensó con un suspiro pero luego se entretuvieron comprando cosas de Pokémon.
Y mientras Alan estaba más que feliz ese día, no tenía ni idea de que sería el último de absoluta paz que le quedaba, porque la mujer que atravesó la puerta de su despacho al día siguiente en la mañana le echó a perder hasta la bondad. 1
-Lizetta… -gruñó molesto- ¿Tú qué diablos estás haciendo aquí!? 15