CAPÍTULO 31. Sobrevivientes
Alan la vio abrir los ojos y sonrió involuntariamente, era la mejor sensación del mundo estar con
ella mientras despertaba.
-Hola muñeca…
-Hola doctor… -susurró Mar con tono coqueto.
No había nada que decir, más que levantarse y tomar el mejor desayuno de sus vidas.
Mitch sonreía.
Mar sonreía.
Alan sonreía.
La falsa familia Parker era simplemente perfecta sin necesidad de fingir nada aquella mañana, y tampoco tuvieron que hacerlo cuando llegaron al hospital y todos recibieron a Mar con besos y palabras de alivio. 1
Las sonrisas de sus rostros y sus buenos deseos eran sinceros y cálidos, y de repente Mar volvió a sentirse bien en aquel lugar, como si fuera hermoso trabajar allí. Y no solo porque ya no estaba el idiota de Preston para martirizarla, sino porque ahora Alan era el nuevo director y ella era su
asistente. ¡Ups, qué sexy se sentía eso! 1
Pero lo primero de su trabajo era organizarle una buena agenda y poner todo en orden, así que llamó a cada jefe de servicio y programó una reunión urgente.
Alan se sentó frente a ellos en la sala de juntas y empezó a hablar con voz fuerte y clara.
-Creo que ya todos habrán escuchado los rumores de lo que sucedió, así que estoy aquí para aclararlos, y de ser posible para acallarlos, porque no nos conviene que nada de esto trascienda les explicó. A raíz de incendio se perdieron algunos equipos importantes que deberemos reponer, pero debemos intentar que el trabajo del hospital no salga afectado. Se comprarán equipos nuevos, pero necesito su cooperación.
El jefe de servicio de Consultas Externas se adelantó.
-¿Qué podemos hacer para ayudar?
-Por lo pronto, necesito un inventario real completo de los equipos de cada uno de sus servicios. Con qué trabajan, qué les ha faltado, qué se les rompió y no se les ha querido reponer – contestó Alan-. Mi despacho está abierto si necesitan hablar de sus preocupaciones, así que intentemos mejorar el trabajo en el hospital todo lo posible.
Alan creía en la política de puertas abiertas, especialmente cuando no planeaba pasarse todo el día detrás de un escritorio solo resolviendo problemas administrativos, así que si querían ser un gran centro de salud, todos tenían que poner de su parte.
Todos asintieron y de inmediato comenzó un debate muy necesario que duró un par de horas. Mientras, Mar hacía café sin parar, solo que en esta ocasión le daba gusto, porque cada vez que entraba en aquella sala solo escuchaba problemas resolviéndose y sabía que muchas buenas personas saldrían beneficiadas con eso.
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Y aunque no lo estaba razonando un nuevo sentimiento la embargo, el de admiración. Una admiración profunda por un hombre dispuesto a cumplir su palabra de ayudar a los demás.
Cuando terminaron Alan les agradeció con sinceridad y fue a sentarse a su oficina, un poco agobiado por todo lo que aún debía hacer.
-Un paso a la vez–susurró Mar acercándose con una agenda impecable que le iba a permitir economizar tiempo y preocupaciones.
Ella se apoyo en el escritorio y Alan medio sonrió y medio suspiró.
-Literalmente no sé qué haría sin ti
-Pues lo mismo, pero más lento -110 Mar mientras el tiraba de su mano y le daba un beso
profundo y necesario.
-Quizás, por eso me duele tanto saber que te voy a perder -dijo con seguridad y Mar frunció el
ceño
-¿Perderme? ¿Qué quieres decir?-lo increpó.
-Que eres una maravillosa asistente, pero creo que serías más útil en el lugar al que de verdad perteneces: el laboratorio.
Por un segundo el mundo tembló un poco para ella, pero esa era una esperanza que no podía darse
el lujo de tener en aquel momento.
-Alan… Ya no puedo hacer uso de mi título.
-¿Tuviste algún problema? -preguntó él con curiosidad- ¿Alguna demanda?
-No, nada de eso -respondió Mar, inspirando con fuerza para darse valor-. No puedo usarlo porque ya no es válido… porque yo… cambié mi nombre, así que no puedo ejercer con él.
Alan frunció el ceño. ¿Cómo no lo había pensado antes? Alguien tan inteligente como ella no habría abandonado su profesión a menos que se viera obligada.
Había cambiado de nombre… Y aunque aquello se quedó revoloteando en su cabeza trató de no darle importancia.
-Bueno, eso no importa, hay algo llamado homologación de estudios, exámenes estatales o qué sé yo, pero de la forma en que podamos hacerlo, conseguiremos tu título de nuevo para ti. ¿Está bien?
Ella asintió despacio, cruzando los brazos detrás de su cuello y disfrutando de aquel beso que en segundos se pasó de tono. Mar carraspeó risueña y luego comenzó a hablarle de las distintas reuniones a las que asistiría y de la información que necesitaría para cada una de ellas.
Las horas comenzaron a pasar rápidamente mientras trabajaban juntos. Ella llevaba cientos de documentos que él debía revisar y por desgracia la conclusión no fue diferente de la que había esperado.
-Tenemos que contratar una empresa de auditorías -suspiró Alan con cansancio. Se han estado embolsando una buena parte del salario de los trabajadores, según esto todas las asistentes deberían recibir un treinta y dos por ciento más. ¡Dios, han estado robando tan descaradamente!
Mar le acarició la nuca con suavidad para que se relajara.
-Ahora mismo te consigo una cita con una buena empresa de Auditorías -le dijo.
-Gracias muñeca. ¡Ah! Mar, mucho énfasis en la confidencialidad, por favor -le pidió Alan.
par
Un de horas después ese asunto estaba resuelto y al menos se quedaban tranquilos de que los auditores comenzarían a trabajar al día siguiente.
Sin embargo, como parecía que para ellos era difícil terminar una jornada con tranquilidad, casi a la hora de salir Mar vio entrar por la puerta a aquellos dos hombres vestidos con chaquetas
oscuras.
-¿La señora Mar Guerrero? -preguntó uno de ellos con voz severa y Mar se puso de pie.
-S… ¿si?
-Somos el detective Ivar y el detective Nielson, de la estación 124 de policía, fuimos los que atendimos al llamado que se hizo ayer al 911 -explicó el hombre-. Necesitamos hablar con usted y con el señor Parker. Al parecer hay varias denuncias que deben interponerse.
Mar apretó los labios y disimuló el suspiro de alivio porque solo fuera eso.
-En un segundo los hago pasar con el doctor Parker, solo permítame avisarle -les dijo dirigiéndose a la puerta del despacho y un minuto después los acomodaba en la oficina de Alan.
Les agradezco mucho que hayan venido, detectives -los saludó Alan-. En efecto tuvimos un incidente grave ayer y aunque por suerte no sucedió nada, no podemos permitir que los
implicados salgan impunes.
Los detectives asintieron y sacaron una libreta para tomar notas. Les preguntaron de todo, desde el origen de los incidentes hasta cómo la habían rescatado del incendio.
-Bien, en ese caso, corresponde a la señora Guerrero interponer la denuncia por intento de
asesinato contra el señor Preston. Mañana la esperamos en la comisaría para que firme la
declaración oficial y… -pero el detective no pudo seguir hablando porque ella negó con la cabeza
categóricamente.
-No… no yo no puedo poner una denuncia.
Alan se levantó, mirándola como si le estuvieran creciendo dos brazos más.
-¿Cómo que no vas a denunciarlo, Mar? -la increpó sin poder creerlo-. ¡Preston intentó asesinarte! ¡Incendió el camión contigo encerrada dentro…!
Mar bajó la mirada pero se mantuvo firme.
-No voy a hacerlo -sentenció. No voy a llevar a Preston a juicio, ustedes pueden hacerlo pero no quiero que me involucren, así que solo… tendrán que seguir su investigación en una línea
diferente.
Los detectives se miraron y Alan parpadeó como si lo hubieran golpeado.
-En ese caso… el hospital podría demandar a Preston por el incendio, o podemos pasar el caso al fiscal para que la ciudad levante cargos contra él por atentar contra un centro de salud -dijo el otro detective.
-Eso me parece bien -accedió Alan sin despegar los ojos de Mar. Un cargo por vandalismo no era mucho pero al menos le ponía un blanco en el pecho a Preston hasta que él descubriera qué
pasaba con esa negativa de Mar.
-¿Y qué harán con lo referente al director Wayland? -preguntó Ivar-. Tenemos entendido que desapareció también después del incendio. ¿Algún cargo que quieran lévantar contra él?
Alan lo pensó por un momento y luego negó.
-No, todavía tenemos investigaciones en curso en el hospital, cuando estén completas informaré a las autoridades correspondientes para que se ocupen -respondió.
-En ese caso nuestro trabajo aquí terminó, doctor Parker. Le dejo mi tarjeta para que me contacte si necesita algún tipo de información.
Alan les agradeció de nuevo y apenas se quedaron solos se giró hacia Mar con expresión desconcertada.
-¿Qué fue eso, muñeca? -la interrogó-. ¡Casi te pierdo ayer por culpa de ese infeliz y me dices que no quieres acusarlo…!
-¡No puedo hacerlo, Alan! -replicó ella con impaciencia-. ¡No puedo exponerme de esa forma, y no puedo exponer a mi hijo! ¿Tienes idea de lo que sería un juicio para Mitch y para mi?
Había algo más, Alan lo presentía, pero antes de que pudiera reclamarle que le dijera la verdad en lugar de excusas, Mar lo increpó.
-¿Y tú por qué no acusaste a Wayland? ¡Sabes que desfalcó más de doce millones de dólares al hospital! ¡Podrias habérselos dicho, podrías haber hecho una denuncia por fraude, robo y cuanto quisieras! ¿Por qué no lo hiciste?
Alan apretó los puños y retrocedió.
-Porque eso sería condenar al hospital a la quiebra, Mar le explicó con cansancio-. Incluso si Wayland se robó doce millones, eso no es nada comparado con lo que podría suceder si la noticia se extiende. ¿Máquinas de laboratorio defectuosas? No sabemos el alcance del desastre a nivel
clínico ni cuántas personas se vieron afectadas, pero te aseguro que las demandas no demorarán en caer y sumirán al hospital en un océano de deudas hasta que tengamos que cerrar… No puedo permitir eso, así que por más que me reviente el hígado, no puedo dejar que nadie fuera de estas paredes sepa lo que Wayland y Preston nos hicieron.
Mar lo miró a los ojos, se veía genuinamente desesperado y ella lo entendía, no podían hacer nada
que lastimara al hospital.
-Te comprendo, es horrible que se salgan con la suya, pero hay otras cosas, cosas más importantes que castigar a la gente mala, y eso es que la gente buena sobreviva, ¿no es cierto?
Alan tiró de su mano y la abrazó.
-Así es… pero no creas que esto se va a quedar asi, muñeca -sentenció con seguridad mientras tomaba su decisión-. Te aseguro que Preston va a pagar por lo que te hizo, Wayland va a pagar por lo que hizo… ¡solo que será en silencio, en privado, y de la peor forma posible! 17
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