CAPÍTULO 27. Una distracción
Alan miró una y otra vez el informe, antes de ponerle volumen a la videollamada que Mar estaba haciendo con el especialista de las máquinas.
-¿Está seguro de que esto es correcto? -le preguntó y el hombre asintió convencido.
-Doctor Parker, mi nombre y mi firma van ahí, justo bajo el cuño de mi compañía. Soy un experto y sé que cosas como estas pueden dar lugar a demandas millonarias, por eso soy muy cuidadoso a la hora de emitir un informe, incluso me traje fotos y videos para que otros colegas me dieran sus valoraciones y la conclusión fue unánime: esas máquinas que tienen son de manufactura genérica -les aseguró el especialista-. Ninguna de ellas es de Medtronik, pero hay un dato más que puede corroborarlo. Esos equipos llevaban más de un año sin calibrarse, Medtronik tiene sus propios técnicos y hacen calibración trimestral, es imposible que se hubieran saltado cuatro mantenimientos de tantos aparatos.
Alan y Mar se miraron porque aquello confirmaba todas sus sospechas.
-¿Cree que pueda conseguir el nombre de la empresa de genéricos que hizo estas máquinas? -le pregunto Mar de repente y el hombre asintió.
-Si, claro. De hecho una de las sedes está aquí mismo en la ciudad, probablemente a esa hayan contactado así que les pasaré el nombre.
Poco después la videollamada terminó y Alan se apoyó en el borde de la mesa preocupado.
Entonces ya es oficial. Han estado desbancando al hospital valiéndose de compras falsas – murmuró. Su padre tenía razón, en cierto punto debió haberse quedado para asumir el control correcto de aquel hospital, pero ahora era tarde para lamentarse.
-Hay mucho dinero en juego ahí, Alan, cientos de miles de dólares y cuidado no millones -replicó ella-. Porque créeme, esto llevará una investigación a ver cuántos otros equipos de otras áreas no
están en las mismas condiciones.
Alan tenía ganas de tirar algo, hacer volar cosas y maldecir, pero tenía un niño en casa y a una mujer a la que no podía asustar por nada del mundo. Así que se tragó el hecho de que llevaban años robándole y decidió que era mejor tomar acción.
-Los documentos están firmados por varias personas, ¿cómo vamos a saber quién es la cabeza de
todo esto? -le preguntó a Mar. (1)
-Vamos a ir directo a la fuente -sentenció ella mostrándole un nombre y una dirección que acababa de pasarle el especialista por mensaje-. Vamos a ir a la compañía que vendió los equipos para que nos digan exactamente con quién o quiénes hicieron negocios.
Alan asintió y tiró de su mano para abrazarla. Sentir su calor lo tranquilizaba, como si estuvieran en medio de una tormenta que solo pudieran sortear juntos. Sonrió por lo bajo cuando la sintió rodear su cintura con los brazos y estrecharlo, era simplemente perfecto poder estar con ella asi, aunque fuera solo por un instante.
Al día siguiente mientras conducían hacia el hospital, acordaron salir del trabajo directamente hacia aquella oficina.
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-¿Tienes todo listo?-preguntó Mar.
-Sí, tengo lo que necesitamos, solo debemos que hacer que el gerente de esa compañía nos diga la
verdad. 2
Ella asintió, se notaba que estaba nerviosa, así que Alan apretó su mano con un gesto suave y seguro. El trayecto fue corto, pero cada uno se sentía como si estuvieran por encontrarse en un campo de batalla.
Cuando llegaron a su piso, Preston salía furiosamente dando un portazo a la oficina de Wayland. Se notaba alterado y rabioso, como si acabara de tener una peligrosa discusión con el director.
-Será mejor que te vayas ya, no quiero tentar a la suerte -murmuró Mar poniéndose de puntas para darle un beso en la mejilla y Alan accedió.
Apenas acababa de perderse en el ascensor cuando Wayland salió con cara de muy pocos amigos, sin embargo no se comportó mal con ella. Tan educadamente como era posible le dijo todo lo que necesitaba ese día y Mar se lo pasó corriendo de un lado a otro, sobrecargada de trabajo como hacía tiempo que no estaba.
Iba precisamente atravesando el piso de cirugía con un montón de memorándums y circulares por firmar cuando sintió una mano que tiraba de la suya y se vio en un pequeño cubículo con Alan frente a ella.
-¿Qué está pasando? -preguntó él y la vio suspirar antes de apoyar la cabeza en su pecho-. ¡Mar, no he podido verte en todo el día y eso que he ido a buscarte cinco veces!
-¡Ya sé, pero es que Wayland me tiene saturada de trabajo! ¡No sé qué le pasa pero no me deja ni
sentarme! -murmuró ella.
-¿Al menos almorzaste algo? -preguntó Alan acariciando su mejilla y la vio negar.
-No, no he podido, es como…. -Mar respiró profundo y frunció el ceño-. Es como si estuviera tratando de mantenerme ocupada a propósito.
Él asintió con un gesto mortificado.
-Me lo imaginé, a mí me hizo lo mismo, me sobrecargó el turno con consultas ¡y son niños, no puedo dejar de atenderlos! -respondió el médico.
-Alan… ¿crees que se hayan dado cuenta de lo que estamos haciendo?
-Tenemos que asumir que sí, pero igualmente eso no nos va a detener. Solo… sé cuidadosa, paso por ti a tu escritorio, no te muevas de ahí sin mí.
Mar asintió y pasó el resto de su turno trabajando incansablemente, sin embargo cuando Alan pasó
por ella ya nadie pudo decirles que no se fueran.
Lo que siguió después fue casi surreal. Él condujo hacia un pequeño edificio en el distrito industrial de la ciudad y cuando mencionó de qué hospital venía enseguida lo dejaron pasar sin hacer preguntas.
-¿Lista? -preguntó Alan mirando a Mar de reojo.
-Lista.
Pero por la expresión sorprendida del hombre que los recibió, era evidente que él no estaba listo
para ellos.
-Veo que no era a mí a quien esperaba encontrar lo saludó Alan cortésmente y el hombre reaccionó.
-Disculpe, es que mi secretaria me dijo que venía del San Cristóbal Memorial, debe haberse confundido….
-No, no se confundió, pero la persona que anteriormente hacía negocios con usted ya no podrá venir, por eso estoy aquí.
El gerente lo miró con suspicacia.
-Lo lamento pero no me avisaron… y yo no debería.
Alan le extendió su teléfono con un gesto natural.
-Puede marcar del mío. ¿Con quién prefiere hablar? ¿Con Wayland o con Preston? -preguntó con tono neutro y el gerente dudó.
-Mmmm… mejor con Wayland, igual Preston no hace nada sin él…
Pero Alan no le dio el teléfono, en lugar de eso lo guardó y negó con molestia.
-Solo eso quería saber. Entonces son los dos -murmuró entre dientes-. A ellos les ha estado vendiendo máquinas de baja calidad para que luego las hagan pasar como equipos de Medtronik.
En un segundo vieron al hombre frente a ellos palidecer.
-Oiga… ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡Yo no sé nada de eso, solo hic…!
-¡Yo soy el maldito dueño del hospital! -rugió Alan con tanta fuerza que hasta Mar se sobresaltó
– ¡Tú me importas un carajo! ¡Tienes un negocio, vendes, punto! ¡Tú no me interesas, me interesan esos dos cabrones que me están desfalcando desde hace años! ¡Pero a menos que me digas exactamente cómo has hecho negocios con ellos, entonces sí me vas a interesar y lo más chiquito que voy a traer a tu puerta será al departamento de Fraudes del FBI! ¡¿Estoy siendo claro?! 4
Mar pasó saliva. Jamás había imaginado que Alan pudiera intimidar tanto, y sabía que aunque ella solo veía al médico tierno y sonriente, el hombre frente a él estaba viendo solo la amenaza.
-Empieza a hablar. Ya.
Cinco minutos. Bastaron cinco minutos para que el tipo escupiera todo, desde cuándo se había visto con Wayland por primera vez hasta cómo trabajaban a través de Preston y quién era el contador que autorizaba las transacciones.
-Doce millones, le robaron al hospital doce millones. ¿Puedes creerlo? -gruñó Alan con rabia mientras conducía hacia el jardín de niños.
-Si no lo tuviera grabado no lo creería -respondió Mar mirando la pequeña cámara que había llevado en su chaqueta-. Tenemos que exponer esto, Alan. Mañana mismo.
-Lo haremos, mañana es el día, muñeca. Mañana es el día -replicó él con firmeza.
Y aunque los dos trataron de poner su mejor cara para Mitch esa noche, era evidente que estaban ansiosos por lo que sucedería.
-¿Quieres que lo duerma yo hoy? -preguntó Alan pasando los brazos a su alrededor mientras ella
calentaba un vaso de leche para Mitch-. Está inquieto y pesa mucho.
Mar giró la cabeza para rozar su mejilla con la nariz y asintió.
-Sí, yo le canto y tú lo meces.
-¡Ufff! ¡Qué buen equipo!
-Y luego me meces a mi.
-¡Mejor que mejor! Si quieres también te puedo hacer el piojito hasta que te duermas -le propuso él dándole la vuelta para besarla despacio. (1)
No tenía idea de qué era aquello, pero la verdad era que ninguno de los dos necesitaba etiquetas para sentirse bien y seguro con el otro.
Por suerte media hora y tres cuentos después lograron que el pequeño se durmiera, y Alan se acostó al otro lado de la cama porque incluso sostenerle la mano a Mar por encima de las almohadas los calmaba a los dos.
Sin embargo ninguno estaba realmente preparado para lo que verían al día siguiente al llegar. Apenas iban entrando por el piso del laboratorio clínico cuando vieron la sala completamente vacía y corrieron hacia ella.
Joha, ¿qué pasó? -preguntó Mar sorprendida.
-Compraron máquinas nuevas, van a sustituir todas -explicó la muchacha-. Acaban de llevarse
la última.
Mar y Alan se miraron sorprendidos porque los dos imaginaban lo que estaba pasando, Wayland estaba haciendo desaparecer la evidencia, toda la evidencia de sus robos, pero no pudieron decir nada porque en ese momento vieron aparecer al director apurado por otro extremo.
-¡Parker! ¡Vamos, muchacho, tenemos una reunión de inmediato, la junta de accionistas está aquí! -le dijo.
-¿Cómo? -Alan abrió mucho los ojos.
-¡Pues eso! ¡Ya es hora de hacer oficial tu nombramiento como nuevo director! Así que mandé a
reunir a la junta directiva y debemos ir a presentarte con ellos ahora mismo! 2
Alan asintió apurado.
-¡Claro que sí, por supuesto…! Espere, un besito para la suerte -exclamó fingiendo una emoción que no sentía para arrastrar a Mar un poco lejos de allí y estrecharla Esto es una distracción –
susurró en su oído.
-Pues úsala. No hay mejor momento, Alan, la junta está reunida… -respondió ella en el mismo
tono.
-No puedo usar solo el video, sería la palabra del tipo contra la de Wayland…
-Entonces déjame buscar los archivos -dijo ella separándose y mirándolo a los ojos-. Ve a tu
reunión y yo me encargo de lo demás, amor. Buena suerte. (3)
-Gracias nena -sonrió él inclinándose para besarla y luego fue tras Wayland.
Y apenas Mar los vio perderse por el pasillo, corrió hacia el ascensor como si le fuera la vida en