CAPÍTULO 21. ¿Todavía lo estás procesando?
Mar se quedó inmóvil viendo todo lo que Alan había comprado para el disfraz, y con cada cosa que veía el recuerdo de su olvido la atormentaba. Pocas veces había sentido tanta culpa. ¡Se había olvidado de hacer el disfraz de Michael!
-¡Dios, debo ser la peor madre del mundo! -susurró con voz ahogada mientras Alan la arrinconaba contra una pared y levantaba su barbilla.
-No no no, señorita, mírame, mirame. Nada de llorar, menos frente al nene… Nada de llorar, a ver…
Mar subió los ojos para clavarlos en los suyos y no pudo evitar que la barbilla le temblara un poco.
-Tenía cosas en casa para su disfraz… cajas y pinturas… no sé cómo lo olvidé… ¿Cómo pude olvidarlo…?
-Oye, no tienes que ser la mamá perfecta, está bien si algunas cosas se te olvidan, hemos tenido unos días muy locos. Michael no necesita una mamá perfecta, solo una mamá sana y feliz y es en esa dirección que tenemos que hacer el esfuerzo, ¿está bien? 5
Mar asintió pasando saliva, y el ambiente volvió a cargarse de una rara electricidad. ¿Qué demonios tenia aquel Pikachu que la estaba haciendo temblar más que la fiebre? Pero cuando las cosas amenazaban con descontrolarse un poquito él dio un paso atrás. 2)
-¿Empezamos?
Ella asintió y de inmediato le prestaron atención a los materiales.
-Vamos a ver qué tenemos aquí.
Alan le mostró todo lo que había comprado y se sentaron alrededor de una pequeña mesa a trabajar. Le dio algunas tareas sencillas que no la cansaran, como recortar las hojas o ponerles glitter. Mientras, él se encargaba de armar la base del disfraz. Entre ellos Michael iba y venia, ayudando como todo un duendecito trabajador y probándose su árbol de cuando en cuando.
-A ver, intenta moverte, campeón -le pidió Alan.
-¡Wow! ¡Ese es un árbol con tremendas articulaciones! -rio Mar impresionada.
-¡Oye! ¡Anatomía “one on one“! ¿¡Con quién crees que estás hablando!? -replicó él chasqueando los dedos con una expresión que la hizo reír a carcajadas.
Cuando terminaron, Alan tomó un poco de pintura y empezó a dibujar los detalles que faltaban. Mar lo observó embelesada, realmente le estaba poniendo el corazón a aquello, y finalmente, cuando la noche cayó, el disfraz de Michael estaba terminado. El niño corrió por toda la casa vestido de árbol, riendo y bailando, y por primera vez en mucho tiempo Mar se sintió verdaderamente feliz al ver la sonrisa de su hijo.
-Gracias -murmuró Mar apoyando la cabeza en un brazo de Alan y él lo pasó instantáneamente sobre sus hombros, estrechándola con un gesto suave.
-No tienes nada que agradecer. Las personas buenas como tú siempre tienen gente que las ayuda. Sin embargo había algo más, algo en la expresión de Mar que no podía desterrar la preocupación. -¿En qué estás pensando, muñeca? -la increpó sosteniendo su cara-. ¡Y ni siquiera te atrevas a
mentirme!
Ella cerró los ojos por un momento y suspiró.
-Anoche pasó una de las cosas a las que más le tengo miedo, a enfermar y que mi hijo se quede solo. Si hubiéramos estado en nuestro departamento ¿quién nos habría ayudado? ¿Quién habría
cuidado de mi hijo…?
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se abrazaba el cuerpo y Alan tiró de ella para abrazarla, ahora en serio y con mucha fuerza.
-¿Tus padres?-preguntó y la sintió negar contra su pecho–¿El padre de Michael?
-Muerto–gruñó Mai, pero aquella simple palabra le sono a Alan más a deseo que a realidad.
-Ya no pienses esas cosas. Ahora tienes un montón de gente a la distancia de una simple llamada. Gus, Valeria, Sara, hasta el mismo Hamis y también estoy yo
Mar lo miró un segundo que pareció infinito.
-Si también estás tú…
Sobra decir que esa noche Michael cayó rendido. Se dio su aerosol muy dispuesto y luego le pidió a Lalan/Pika–pi que le contara un cuento.
Alan ya tenía planeado quedarse con ellos vigilando a Mar, solo que no contaba con quedarse dormido al otro lado de la cama, con el nene de por medio. Sin embargo el sueño fue breve, porque el movimiento de Michael sentándose entre los edredones sobre la medianoche lo hizo abrir los Ojos de inmediato.
-¿Mitch? ¿Qué pas…? -pero apenas siguió la mirada del niño se dio cuenta de lo que pasaba.
Mar sudaba y se revolvía, como si estuviera en medio de una pesadilla en la que intentara liberarse de algo o de alguien, pero parecía mucho más profundo y complicado que un mal sueño.
-No pasa nada, campeón, solo es una pesadilla, nada más.
-Es el mostgo que se la come ota vez…
-¡No, claro que no! -murmuró Alan-. Yo estoy aquí ¿recuerdas? El monstruo no se podrá llevar a la mami. Vamos a abrazarla y verás.
Michael se acurrucó contra su mamá y Alan pasó un brazo alrededor de los dos, acariciando despacio el brazo de Mar hasta que ella se fue calmando. Sin embargo aunque todos los demás se durmieron, él no pudo hacerlo, porque algo le decía que ya no había nada de imaginativo ni de metafórico en aquel monstruo al que tanto le tenía miedo Michael.
Había una historia allí, un pasado oscuro y traumático del que Mar intentaba escapar a toda costa y en el que el niño estaba estancado todavía.
Intentó descansar, pero sus propios sueños también tuvieron que ver con eso, y cuando en ellos una sombra comenzó a perseguir a Mar y a Mitch, entendió el miedo que yacía bajo cada pesadilla. Durmió mal, pero el verdadero susto no le llegó hasta la mañana siguiente, cuando abrió los ojos y sonrió al ver a Mar bostezando. ¡Era tan linda la condenada, que le subía todo lo que debía estar abajo en aquel momento!
-Buenos días, muñeca…
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-Buenos días… ¿Alan.<?
-¿Ajá…?
-¿Alan…?
-¿Si, nena…?
-Emmm… me estás… me… es que…
Alan pestañeó con fuerza, desperezándose y solo en ese momento se dio cuenta de dónde estaba. Michael había desaparecido de entre los dos y ellos se habían quedado dormidos abrazados. Y aunque no recordaba haberlo hecho deliberadamente, la mano enorme de Alan estaba sobre aquella… sobre… (2)
-¿Ya me puedes quitar la mano de la chichi o todavia lo estás procesando?
-¡Joder!
Alan se levantó de golpe, aturdido por la impresión y tratando de alejarse se fue de bruces al suelo por el otro lado de la cama.
-¡Jeeeeesús! -gruñó al sentir el golpe contra sus pobres huesitos-. ¡Fractura de coxis!
¿Estás bien? -preguntó Mar asomándose y él asintió.
-Eso creo. ¿Mitch? ¿Dónde está Mitch? Estaba entre los dos….
-¡Pika–pi! -exclamó el niño saliendo de debajo de los edredones y saltando sobre Alan para acabar de darle el golpe letal.
Rieron juntos, pero una hora después cuando Gus llegó a verlos estaban los dos caminando
chuecos.
-¡Por dios, si parecen un anuncio de farmacéuticas! -rio al ver que Alan estaba medio cojo y medio adolorido-. Esto era justo lo que te faltaba para ser lo que toda mujer necesita en su cama.
-¿En serio?
-¡Sí, una tabla! -se burló Gus y Mar le apuntó con el tenedor del desayuno.
-¡No te rías de Pika–pi! -lo amenazó.
-¡Pika–pi! -chilló Michael abrazando a Alan y el resto del día tuvieron que estarlo calmando porque quería vestirse de árbol desde las diez de la mañana.
Por fin llegaron las seis de la tarde y Alan lo alistó para su obra. A Mar le quitó el suero para pasar a medicamentos orales y que pudiera acompañar a su hijo.
-Campeón ¿listo para hacer “así y asi“? -le preguntó y lo vieron asentir emocionado.
Cuando llegaron el teatro estaba abarrotado de niños, de papás y familiares, pero Michael insistió en que quien lo acompañara a buscar a su maestra tras bambalinas fuera Alan.
Mar ocupó su asiento y los miró irse de la mano. De cierta forma la aliviaba que Michael hubiera vuelto a confiar en un hombre, y la tranquilizaba que fuera alguien tan noble como Alan. Él estuvo de regreso pocos minutos después y enseguida comenzó la obra.
Podía parecer que no había mucho desempeño artístico en el jardín de niños, pero aquellos
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chiquillos de tres años sí que eran bien dramáticos, así que la obra estuvo increíblemente divertida. Mar aplaudía emocionada cada cinco minutos y a su lado Alan grababa al arbolito articulado sin perderse ni un detalle de su presentación.
Sin embargo la verdadera sorpresa le llegó a Mar cuando el show terminó y se dio cuenta de que había toda una sección del teatro llena de sus compañeros de trabajo. Enfermeras, médicos, residentes, incluso Sara, habían ido todos a ver a Michael y a llevarle regalos por su primera presentación.
-Pero… ¿qué están haciendo todos aquí? -preguntó Mar sorprendida.
-El doctor Parker nos invito, estaba muy entusiasmado con la presentación de Michael y nosotros lo ayudamos, así que no nos la podíamos perder le dijo Olivia con cariño. (
Mar los abrazó a todos, conmovida por tanto apoyo que no había esperado.
-No puedo ni siquiera empezar a agradecerles. ¡Esto es hermoso, de veras! -exclamó viendo todos aquellos regalos.
-Bueno, a nosotros no nos agradezcas, todo fue obra de Alan, ¡y ese disfraz de arbolito le quedó
genial! declaró Sara Harris-. ¿A él no le vas a agradecer?
Mar se ruborizó, pero pasó un brazo alrededor de la cintura de Alan, apoyando la cabeza en su pecho con gesto familiar.
-Claro que sí, le agradezco todos los días.
-¿Y no le va a tocar ni un besito? -sonrió Sara con picardía- ¡Tienes que agradecerle de verdad, Mar! ¿O vamos a tener que gritarles “¡Que se besen!“?
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