CAPÍTULO 16. Una velada extrañamente agradable
Alan frunció el ceño con gesto preocupado.
-¿Localizándome? ¿Por qué Kali me estaria localizando? -preguntó
-Según me dijo era un asunto de la Fundación. Parece que le llegó un caso muy difícil para el que necesitaba tu ayuda -le explicó Valeria-. No tengo toda la información pero tengo entendido que era algo que le urgia resolver contigo.
Alan se quedó en silencio mientras reflexionaba.
-¿Un caso de la Fundación? Kali solo me habla cuando las cosas son muy graves… Bueno la verdad es que en la última misión perdí el teléfono y tengo otro número ahora, pero la llamaré.
-OK, estará de viaje por algunas semanas, pero asegúrate de decirle que ya estás aqui. Seguro vendrá a verte en cuanto regrese.
Alan le dio un abrazo cariñoso como siempre y le dijo adiós, agradecido por su ayuda. Hacia años había tenido un crush con ella, pero Valeria amaba perdidamente a su esposo Nick, asi que habian quedado como los mejores amigos. 7
¡No olvides llevarmelos al Estudio! -le gritó ella.
-¡No olvides darle a Alice un abrazo de mi parte! -respondió él antes de entrar a la casa.
Mar estaba en el salón, inventándole una venda para cubrir un ojo de Michael porque uno de aquellos trajecitos le había hecho decir que era pirata, asi que Alan muy pronto se sumó al juego, improvisando un garfio con un perchero de plástico.
Le encantaba verlos reír, y estaba seguro de que Mar no era el tipo de mujer que le aceptaría un guardarropa nuevo por más que lo necesitara, así que se las habia ingeniado con Valeria para poder darle todo lo que ellos necesitaban sin que lo rechazara. 4
Tres horas después Michael abrió la puerta de su habitación cuando Alan tocó y le sonrió.
-¿Vamo a jugal con lo trenecito? -pidió y Alan lo levantó en brazos sin preocuparse de estrujar el lujoso traje.
-¡Wow! ¡Estás muy apuesto! -le dijo-. Si, vamos a ir a jugar con los trenecitos pero yo solo me puedo quedar un rato ¿vale? Luego viene una amiga muy simpática que te va a cuidar. ¿Nos vamos? -¡Ya casi estoy! -gritó Mar desde el tocador, intentando ponerse los pendientes.
-Tómate tu tiempo -respondió Alan-. Vamos a estar jugando un rato hasta que llegue la niñera. Bajo con Michael y los dos hicieron funcionar aquella estación a las mil maravillas. Le dio de cenar y luego llegó una alegre chica para cuidarlo.
-Pórtate bien, campeón. Mamá y yo vamos a estar justo al lado. ¿De acuerdo?
-Da cueldo accedió Michael y volvió a su juego de inmediato.
Alan se alisó el traje y estaba a punto de dirigirse a la puerta cuando la vio bajar la escalera, y por un segundo sintió como si alguien le hubiera sacado todo el oxigeno a la habitación… ¡Ella!
Mar se veia impresionante con un vestido de gasa negro y su cabello oscuro adornado con detalles
plateados Llevaba poco maquillaje, apenas un toque de color en los labios que le daban un brillo
intenso a sus ojos
Su ropa era discreta y elegante, sin embargo las curvas de aquella mujer no lo eran, esas eran escandalosas y llenas de tentación para cualquiera que se atreviera a mirar demasiado ¡Y Alan
estaba mirando mucho!
Un deseo profundo y visceral le recorrió la columna, pero era un hombre de carácter fuerte y luchó para contener aquellas emociones, carraspeando en un intento de controlarse.
-¡Wow! ¡Estás! Wow! -suspiro.
-Voy a tomar ese exceso de elocuencia como un halago -sonrió Mar y no pudo evitar mirarlo
Era imposible no notar su atractivo; Alan era un hombre alto, de mandibula cuadrada y cuerpo
ancho
y macizo, y aunque ella juraba que ya no veía a ningún hombre con deseo, aquella sonrisa llena de sensualidad la hizo desviar la mirada.
La cadencia de sus pasos se hizo más lenta hasta que finalmente llegó frente a él.
Ambos se miraron a los ojos por un momento antes de que Mar rompiera el silencio.
-Tú también te ves muy guapo -admitió.
Gracias, necesité como tres horas para quedar asi y….
Pero no pudo seguir hablando, porque el timbre de la puerta anunció a los primeros invitados. Por suerte era la tercera pata de la mesa para sostener aquella terrible noche.
-Mar, te presento a Gus, mi mejor amigo -la presentó Alan-. Gus, ella es mi prometida, Mar.
-¡A la que le pagan mal en el hospital! -adivino Gus estrechando su mano con un gesto amable y Mar lo miró sorprendida ¡Lo siento, Alan suele comentarme sus preocupaciones sobre el futuro cargo! Y no te lo creas, no soy su mejor amigo, el vive secretamente enamorado de mi.
-¡Ya deja de decir babosadas, Gus! -lo regañó Alan pasando un brazo sobre sus hombros. Si te invité fue para que ayudes, no para que vinieras a incordiar. Y yo no te amo secretamente, se lo digo siempre a todo el mundo, ahora ve, a la sala, vamos, empieza a beber ya.
Mar los miró durante un segundo, parecian demasiado cercanos, asi que si, quizás esa era una confirmación de que al doctor Parker le gustaba el… hot dog. ¿No? Sin embargo no tuvo tiempo para pensarlo mucho, porque dos minutos después el timbre volvió a sonar y Alan le ofreció su brazo a Mar para recibir al director Wayland, que venía nada menos que acompañado de su distinguida hija. 7.
Sobra decir que Lizetta Wayland la miró como si fuera un insecto al que pudiera aplastar. Quería despegar los labios para decir: “¿Esta es la mujer a la que elegiste sobre mi?” Pero no podia hacerlo, porque frente a ella ya no estaba la asistente de su padre, sino una señora distinguida en un lujoso traje de diseñador, exudando elegancia hasta por los codos. Así que forzó una sonrisa y fue por una copa de inmediato.
Los jefes de servicios y sus parejas llegaron en oleadas y ellos los recibían con sonrisas llenas de encanto. Mar y Alan se comportaban como los perfectos anfitriones, saludando a cada uno de los invitados con cortesía, y manteniendo una conversación educada que casi siempre terminaba en alguna advertencia de Alan de no pisar los juguetes tirados de Michael.
Mar era muy consciente del papel que desempeñaba, por lo que intentaba actuar con naturalidad Sin embargo Alan no demoró en notar que cada vez que el contacto era siquiera un poco intimo, incluso una mano en su espalda por encima del vestido, Mar se tensaba y a veces hasta dejaba de respirar.
-Lo siento… -murmuro él.
-¿¿Qué? ¿Por qué?
-Creo que te estoy incomodando con tanto toca-toca -dijo y Mar curvó los labios por primera vez en la noche con una sonrisa sincera.
-No te preocupes, no es porque me toques es que estoy nerviosa. ¿Tú no? -susurró ella.
-Tengo ganas de echarlos a todos.
-¡No puedes hacer eso! ¿Estás loco? -rio ella.
-Un poquito, pero me sienta muy bien.
Mar puso los ojos en blanco y respiró profundo antes de colgarse de su brazo e ir al salón.
Sus invitados hablaban animadamente sobre el último partido de fútbol, los tipicos y divertidos comentarios sobre el trabajo en el hospital o la iniciativa de ley en el Congreso, mientras Mar y Alan se comportaban como una pareja feliz.
Al principio habia pensado que los jefes de servicio serian un poco más estirados, pero todos se estaban divirtiendo y algunas de sus esposas incluso le dieron las gracias a Mar por la oportunidad
de vestirse de gala.
-¡Es que nunca nos sacan! -se quejó una.
-Y cuando salimos solo hablan de enfermedades, investigaciones, pacientes. ¡Nunca quieren hacer algo divertido! -sentenció otra.
-¡Yo amo la ópera y ya ni vamos!
-¡Y yo me muero por salir a comer algo exótico y este hombre siempre llega tarde! -se quejó la esposa del jefe de pediatría-. ¡Y espero que sea trabajando! ¡Júrame que está trabajando, Mar! Tü seguro los tienes controlados a todos.
Le hablaban con familiaridad y soltura asi que poco a poco ella empezó a relajarse y a disfrutar realmente de la velada. ¿Era extraño que se sintiera bien entre aquella gente?
-Bueno, tengo que decirte… si. Si, el doctor Harris siempre es el último jefe de servicio en salir de su turno. Es muy dedicado con sus pacientes pero vamos, ¡sus pacientes son niños!, asi que hay miles de padres que te agradecen de corazón el sacrificio que haces de comer sola
Harris se puso colorado y a su esposa se le aguaron los ojos.
-¡Ay por dios si lo dices asi hasta voy a llorar! ¡Eres un héroe, mi amor! ¡Eres mi superhéroe! exclamó la mujer besándolo y todos rieron.
-Además, si quieres comer algo exótico, espera a la cena y ya verás -anunció Alan con un brillo de orgullo en los ojos que terminó de sacar a Lizetta Wayland de sus casillas.
-¡Vaya! ¡También es chef! Eso si no me lo esperaba -dijo con fingida amabilidad-. Aunque claro
se nota que eres multifacética, casi no te reconoci sin tu uniforme habitual de “toma-notas”